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Pedro de Tena

¿Qué más tiene que pasar para que haya elecciones?

En sólo cuatro meses de gobierno se está sufriendo el olor asqueroso de las cloacas judicio-policiales, que están desvelando cómo son los que dirigen hoy el PSOE.

Después de Esopo, el mejor fabulista griego fue Babrio. En su haber consta una fábula en la que un árabe, después de cargar a un camello, le preguntaba, tal vez compasivamente, si prefería ir por el camino de arriba o por el de abajo. Y el camello, que podía ser torpe de movimientos pero no era tonto, le dijo: "Y el camino recto, ¿está cerrado?".

Ya sé que, puestos a determinar el significado de la expresión camino recto, podría organizarse una algarabía bizantina. Pero todos podríamos ponernos de acuerdo fácilmente en que, dado el vigente estado de cosas en España, el camino recto es que sean convocadas elecciones generales y los ciudadanos, que ni somos ni queremos ser los camellos de Nietzsche, decidamos cómo podemos reconducir el deterioro actual. Y si el señor Sánchez no quiere hacerlo, pues habrá que obligarle democráticamente, aunque sea mediante una iniciativa legislativa popular como la que ya está puesta en marcha, o de algún otro modo que indiquen los expertos.

El buen camino sería recorrido por Pedro Sánchez si comprendiera que debería ser fiel a su propio compromiso, adquirido en la moción de censura que le llevó al Gobierno, de convocar elecciones cuanto antes. Censura, estabilidad y elecciones, dijo, por ese orden. Sólo cumplió su censura a Rajoy, pero ni puede garantizar la estabilidad ni se han convocado elecciones.

El buen camino sería transitado por Pedro Sánchez si fuera consciente de que un país como España no puede ser gobernado por 84 diputados, que no suponen ni la cuarta parte del Congreso, y por un partido que tiene en contra a la mayoría absoluta del Senado.

El buen camino sería emprendido por Pedro Sánchez si asumiera como impropio de un gobernante socialista y europeo apoyarse en fuerzas políticas que pretenden la ruptura de la unidad nacional de España, con peligro para las demás naciones de Europa, y en conglomerados comunistas de corte castrista y bolivariano que no consideran la democracia constitucional como una solución sino como un obstáculo a eliminar.

El buen camino sería circulado por Pedro Sánchez si entendiera que no puede mantenerse un Gobierno supuestamente regenerador que ya ha tenido que aceptar la dimisión de dos ministros por irregularidades manifiestas y que tiene otros dos en la cuerda floja, cuando menos, de la moralidad pública. En sólo cuatro meses de gobierno se está sufriendo el olor asqueroso de las cloacas judicio-policiales, que están desvelando cómo son los que dirigen hoy el PSOE. Y además, ciento y la madre de rectificaciones, de reparaciones políticas, de meteduras de pata con consecuencias para el empleo…

El buen camino sería andado por Pedro Sánchez si dedujera que el escándalo del plagio de su tesis doctoral y el libro que le siguió significa un descrédito personal insuperable, que está contaminando al Gobierno y a la imagen de España y que, sólo por ello, cualquier otro presidente en cualquier nación europea se habría visto obligado a dimitir y a convocar elecciones.

El buen camino sería abierto por Pedro Sánchez si tomara en consideración el horizonte penal de su partido, con el caso más grave de corrupción de la historia de España, los ERE, a punto de sentencia sobre el comportamiento, indiciariamente irregular y delictivo, de dos presidentes nacionales del PSOE, y dejara de hacer el ridículo diciendo que los corruptos son los otros.

Esto, que lo ve hasta un ciego y que en su propio partido comienza a entreverse como un desastre anunciado, no lo ve este mamarracho pomposo y hueco de presidente, que ni siquiera es diputado. Según él, nos toca sufrirlo hasta el 2020 porque le sale de donde se intuye. Por eso tenemos que preguntarnos con el camello de Babrio si es que el camino recto está cerrado para España.

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