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Pedro de Tena

El centro derecha, el cambio andaluz y el desconcierto de los electores

Ciudadanos en Andalucía ha ninguneado de manera inmisericorde a Vox.

Mientras Susana Diaz trata de que Pedro Sánchez no la fría en la sartén de las Diputaciones y queda paralizada por unos Presupuestos que ella hubiera deseado presentar y mientras la izquierda podemita andaluza intenta aprovechar su situación de privilegio electoral para segar la hierba bajo los pies de la pareja Montero-Iglesias, el centro derecha andaluz desconcierta a sus electores. Y lo hace con su inconsecuencia, con sus exclusiones y con su paripé, la vieja y provechosa asignatura política a la que Vox parece matricularse con diligencia notable.

La semana comenzó con el anuncio de que Vox, enfrascado en negociaciones nacionales con PP y Ciudadanos, iba a presentar una enmienda a la totalidad a los nuevos presupuestos andaluces por su hartazgo con la falta de cumplimiento de los acuerdos suscritos con los partidos que están en la Junta de Andalucía, uno por activa, el PP, y el otro por pasiva, Ciudadanos que se han olvidado de que están donde están porque Vox decidió apoyarlos.

Sabido es que sin el presupuesto y su harina todo es mohína. Pero igualmente es sabido cómo Ciudadanos en Andalucía ha ninguneado de manera inmisericorde a Vox ya que no pudo ningunear al PP, al que no arrebató los derechos de primogenitura en las pasadas elecciones andaluzas. Recuérdese cómo Juan Marín, de la mano de Albert Rivera, invitó a Susana Díaz y a Juan Manuel Moreno a votarle como presidente de la Junta no hace ni seis meses sin tener en cuenta los resultados electorales reales.

Desde el principio, Ciudadanos se alineó con la tesis, infundada y tóxica, de que Vox es la extrema derecha, incluso fascista. Pero a continuación, en finta ideológica imposible de comprender para mentes adultas, aceptaba sus votos con la máxima naturalidad. O sea, Vox es malísimo para sentarse con él, hacerse una foto o formar un gobierno, pero no tiene nada de malo aceptar sus votos.

Y así lo hicieron, casi siempre de la mano del PP que, al principio, también ensayó formar parte de una barrera AntiVox, pero, claro, enseguida se dio cuenta de que si Juan Manuel Moreno, visitado por Dios y tras perder 24 escaños desde 2012, podía ser presidente de la Junta, iba a serlo con los votos de Vox, sí o sí.

Desde entonces, el PP, en simulación geométrica, se situó en el centro del centro derecha entre una derecha contundente, Vox, y un centro izquierda liberal-socialdemócrata, Ciudadanos. De hecho, Moreno y su mano de hierro, Elías Bendodo, han terciado no pocas veces para asegurar lo importante, que era el gobierno del "cambio", desde la Mesa del Parlamento a la inclusión de Vox en los entes de la Junta, como el consejo de administración de Canal Sur y otros, a que tiene derecho, como Podemos e IU.

Pero claro todo tiene un límite. Elaborar unos presupuestos sin contar para casi nada con quien es el soporte esencial del gobierno, no parece tener sentido alguno. La vía andaluza del centro derecha, que se sustentaba en la falacia política que permitía contar con los votos de Vox, pero marginarlo de acuerdos y gobiernos, se ha tirado por la ventana.

Hasta aquí el espectáculo que ha desconcertado a los votantes del nuevo centro derecha andaluz. Pero el desconcierto puede alcanzar cumbres borrascosas si el plante de Vox termina siendo un farol o finalmente no sirve para que el cambio, uno de verdad, sea posible y se desarrolle en estos años. Ayer mismo, Vox anunciaba que bueno, no era para tanto, que todo era negociable.

Durante 36 años, el PP ha hablado de la existencia de un "régimen" andaluz, de una ocupación de la sociedad civil, de control de las instituciones, de los medios de comunicación y de casi todo el poder por parte del PSOE que impedía así, de paso, la alternancia política mientras llenaba las plantillas de afines en la Administración y sus entes y ayudaba con dinero público a sus nuevos empresarios(emprendedores) de "izquierda", ONG´s y asociaciones, nacidos y diseñados al calor de la lumbre presupuestaria de la Junta.

La violencia de género, la memoria histórica y otros detalles no son más que motas de polvo en el montón de asignaturas pendientes para llevar a efecto un cambio real que impida en el futuro que partido alguno puede volver a repetir lo que el PSOE ha perpetrado a lo largo de cuatro décadas.

La realidad de una región, la andaluza, con 100 años o más, a la cola de España en desarrollo económico, educación y servicios, es la otra pata del gran cambio que este centro derecha tiene la oportunidad de hacer.

Pero a la primera de cambio, suena un aviso que puede devolver el morlaco a los corrales. Para los que han esperado casi cuarenta años para ver que Andalucía se convertía democráticamente en una comunidad digna, con empleo y con futuro, el desconcierto puede dar paso a un cabreo de primera. Se juega en el patio, no en la Junta de Andalucía.

Hay quien defiende que votar al PSOE es mucho más rentable que votar al PP y al centro derecha en general. Su argumento es mortal de necesidad. Según un patrón comprobable, el votante-militante del PSOE tiene altas probabilidades de ser colocado a dedo o mediante procedimientos irregulares y tiene escasos riesgos de ser desalojado luego de esos puestos por el centro derecha, que no atreve a deshacer ninguno de los hechos consumados que las izquierdas imponen.

Lo de quien a dedo entra a dedo sale nunca es aplicado por el centro derecha en España. Véase la administración paralela del PSOE, O Canal Sur, o los Ayuntamientos y las Diputaciones donde el enchufismo socialista y sindica ha sido bochornoso. El Sindicato Andaluz de Funcionarios acaba de denunciar cómo la nueva Junta no tiene intención de cambiar en serio el estado actual de la Administración sino de "estabilizar" las irregularidades del PSOE.

Igual pasa con la educación (Zapatero se cargó la ley del PP en un día), con la violencia de género, con la memoria histórica, con el plan hidrológico (vertebración nacional esencial fulminada por un plan de desaladoras que nunca existieron). Esto es, la izquierda nucleada en torno al PSOE cambia las cosas como le da la gana y el centro derecha es incapaz de deshacer tales cambios.

Y encima, van, y se ponen a jugar a los cromos políticos, incluido Vox, a meter a algunos en el pozo o la cárcel de este juego de la oca donde tiran porque les toca y a bienaventurarse por excluirse los unos a los otros. Además de estar desconcertados, vaya negocio hacen los sufridos votantes del centro derecha andaluz. No se merecen esto, de verdad. O se confirma un gran cambio, el que se necesita, o lo pagarán. Todos ellos. Eso sí, unos más que otros.

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