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Pedro de Tena

La necesidad urgente de coordinación de la Resistencia Democrática Española

Es la sociedad civil la que ahora tiene la palabra y debe tenerla.

No sé bien lo que está sucediendo en España ni en la Unión Europea. Parece como si álguienes estuvieran tratando de reventar la libertad, el bienestar, la igualdad de oportunidades y la estabilidad más altas jamás conocidas por parte alguna del mundo en toda la historia universal. Europa y la civilización occidental –ciencia, empresa-riqueza, virtudes morales y cívicas derivadas del cristianismo y la democracia liberal– están en peligro cierto. La mentira, el Estado insaciable, el relativismo general, la intolerancia agresiva, la sumisión de las nuevas masas a élites mediocres y el totalitarismo que las manipula sin respeto alguno por los sujetos libres y por los hechos ya están entre nosotros.

En lo que se refiere a España, aunque desde la aprobación de la Constitución hubo deslealtades flagrantes del separatismo catalán y vasco y una falta de respeto indecente por las formas y la ética democráticas de los partidos nacionales mayoritarios, todo se aceleró desde 2004, cuando la manipulación perversa de un atentado terrorista aún sin aclarar, con dos centenares de muertos españoles, supuso un cambio radical del voto de los ciudadanos y el principio del fin del espíritu reconciliador de la Transición.

La consecuencia de este proceso, que las derechas conservadoras, las liberales, los socialdemócratas de convicción e incluso los libertarios escarmentados no supieron prever, ha sido lo que tenemos: cuatro Españas, la de izquierdas cada vez más radical y paleolítica; la de centro-derecha, de Vox a Ciudadanos, obtusa, acamellada y miope desde el precipicio de Rajoy; la nacionalista y separatista, blanqueadora de sepulcros, privilegios, ladrones y asesinos, y la España civil y democrática, la de a pie, la mayoría natural; la que, con su postergación, su silencio, su pasividad y su falta de coordinación, está facilitando que la tragedia se fragüe.

Ejemplo revelador. ¿Dónde está Libres e Iguales? ¿Dónde Foro España? ¿Dónde Valores y Sociedad? ¿Dónde Civismo? ¿Dónde FAES? ¿Dónde los medios de comunicación aún no controlados por el contubernio siniestro-separatista? ¿Dónde tantas y tantas asociaciones democráticas, empresariales, profesionales, sociales, sindicales, youtubers, facebookeros, canales varios, instagrameros, páginas web y demás, que pelean cada una en un rincón oscuro, pero sin dotarse de la potencia que tendrían en conjunto?

¿Qué hacen los partidos liberales y conservadores jugando a ser los primeros del pelotón sin tener en cuenta a las víctimas, que vamos a ser todos? ¿Qué hacen los socialdemócratas de convicción, absolutamente necesarios para el equilibrio nacional y para el descrédito del comunismo y el separatismo, incapaces de articular una alternativa política solvente? ¿Qué coño es esto de convocar manifestaciones, un día sí, el otro también, sin ser capaces de consensuar una magna concentración nacional en favor de una Constitución en peligro con unos puntos, muy pocos y concretos, que unan a la inmensa mayoría de los españoles? Recordemos aquella inolvidable Barcelona española de noviembre de 2017.

Es la sociedad civil la que ahora tiene la palabra y debe tenerla. Los partidos que quieren una España constitucional que evite los abusos legales y políticos que han conducido a que una minoría separatista y radical domine a la mayoría de los ciudadanos, moderada y tolerante, tienen que comprender que estamos en un momento decisivo. Tienen su papel, naturalmente, pero el determinante lo va a tener la coordinación de la sociedad civil, a la que han decepcionado, marginado, suplantado y puteado.

Si no queremos que la nación española sea la primera pieza en caer del dominó europeo que alguien está empeñando en dañar de manera irreversible, hay que mandar a la historia al sectarismo excluyente, al fulanismo y al particularismo de casta y club y traer al presente la coordinación, la limpieza moral, la batalla intelectual contra la mentira y la patraña, la altura de miras y la grandeza de una nación cuyas manos blancas, manos callosas, manos libres, manos creadoras de riqueza, manos limpias y manos dignas están todas en peligro.

En España

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