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Diario de la epidemia. Mentira, cinismo y subsidios

Errores ha habido innumerables, pero lo atroz es la intención subyacente a toda la actuación del gobierno de Sánchez.

Pedro Sanchez junto a Carmen Calvo y Pablo Iglesias antes de una sesión de control al Gobierno | EFE

Lunes, 4 de mayo de 2020.

Sigue con la corbata roja. Antonio Mª Ávila me llama muy temprano para disculparse por no haberme enviado aún su decálogo de errores contra el Gobierno. Mi amigo habla rápido y con precisión. Empieza a enumerar barbaridades inolvidables. "Por favor", me dice, "toma nota, y así me liberas de esta carga. Hoy tengo cinco video-conferencias". Anoto tres para comenzar: 1. Cambiar en plena crisis la estructura de varios ministerios para nombrar a más cargos políticos. Lo pagarán, me precisa Antonio, cuando pidan dinero a la UE. 2. Nadie olvidará la burrada de Carmen Calvo: "Más mata el machismo que el coronavirus, todos a la Manifestación del 8-M". 3. Sánchez no ha visitado ni un solo hospital para acompañar a los enfermos. 4. Y, encima, después de haber contabilizado más de 30.000 muertes, el presidente del Gobierno sigue con una corbata roja… Y es que "el número", como ha escrito el filósofo Tomás Moreno Fernández, "embota desgraciadamente la sensibilidad para el caso particular". Los malvados del Gobierno conocen tan bien el embotamiento del "número" que, seguramente, por eso Sánchez no se ha dignado visitar un solo hospital, no ha declarado luto nacional y sigue vistiendo corbatín rojo.

Miércoles, 5 de mayo de 2020.

Sonrisa cínica y mentiras. El Presidente del Gobierno de España fue al Congreso de los Diputados para solicitar la cuarta prolongación del estado de alarma. No dio muestra alguna de que estuviéramos en una situación de duelo, más allá de una mención rápida de mero protocolo a las víctimas de la Covid-19. Seguía vistiendo indumentaria convencional, traje de hechura estrechas, camisa de tono azul claro y una corbata de color rojo pálido. Ningún signo externo sobre sus ropas reflejaba el dolor y la preocupación de millones de españoles por las personas muertas. Al contrario, se pretendía darle a la asamblea una apariencia de normalidad. Imposible. Quizá lo peor de toda la sesión fue la sonrisa de superioridad que adoptó el hombre de terno estrecho y corbata roja. Sonrisa cínica para decir exactamente lo contrario de lo que sólo él sabe. Sonrisa del peor cinismo para despreciar al resto de los parlamentarios que cuestionaban su actuación. Sonrisa cínica para ocultar el verdadero rostro de alguien que arrastrará, durante toda su vida, sus culpas, la gran culpa, de haber sido el principal responsable de la pésima gestión de la crisis de la Covid-19.

La sonrisa cínica del hombre de la corbata roja, Pedro Sánchez, el día que buscaba un poco de legitimación para que los españoles siguiéramos confinados, en verdad, bajo arresto domiciliario, será la principal seña de distinción entre un régimen político, que se mueve entre la laxitud y el autoritarismo, el español, y los regímenes democráticos del resto de Europa. Las vestimentas, el tono y el fondo de seriedad, rigor y luto que los mandatarios europeos han reflejado en todas sus comparecencias públicas siempre contrastarán con la perversa sonrisa de superioridad del Presidente del Gobierno de España. Su exhibición de pésimo cinismo ya está registrada por los analistas contemporáneos de la decadencia espiritual de España. Será un dato imprescindible para que los futuros historiadores de nuestra débil democracia estudien su trágico final: una dictadura de pandereta y sonrisas ridículas de matones de barrio. ("Legitimados" por un señor "científico"que comparece en camisa de manga corta o jersey, un tal Simón, para decir un día una cosa y otra la contraria).

La votación final para alcanzar la prórroga del estado de alarma no es fácil de olvidar. Aquí dejo constancia solo de los grupos políticos más incoherentes entre lo que dijeron por un lado, y votaron por otro. Las mayores críticas al tipo de la corbata roja corrieron a cargo del PP y C´s, pero el primero se abstuvo y el segundo votó a favor de la prolongación. Todo era politiqueo de corto alcance. Hubo un grupo que votó con rigor y coherencia, el de Vox, pero todos los otros desdeñaron con la sonrisa cínica de Sánchez su inteligencia política. El resumen de la sesión parlamentaria para seguir bajo arresto domiciliario es sencillo: la izquierda es la suma de mentira y cinismo y la derecha solo tiene cinismo. Lo sucedido en el Congreso de los Diputados apenas tenía que ver con lo que pasa en la calle. Es la tragedia de la política española. No hay política. Cuando todos pedíamos soluciones comunes, solo hubo exhibición cínica de particularismos de partido.

Jueves, 6 de mayo de 2020.

Arbitrariedad y vacío de poder. Jesús tiene un amigo jubilado de la ONCE, Antonio, que recibe dos pagas mensuales, una de la ONCE y otra de la Comunidad Autónoma de Madrid. Vive desahogadamente y no ha solicitado ninguna ayuda a la Administración del Estado español. El lunes pasado recibió una notificación de su banco, porque alguien había hecho un ingreso de 400 euros en su cuenta. Pensó que procedía de una vieja y casi olvidada deuda de Jesús. Hablaron los amigos por teléfono y descubrieron que ese dinero procedía de una ayuda del Gobierno. Para Antonio es un misterio por qué él ha sido beneficiario de esa ayuda sin haberla solicitado. Entre los dos amigos tratan de descifrar la cosa, pero, salvo atribuir al Gobierno mala o buena fe, no consigue extraer una conclusión de carácter racional. Parece que el Gobierno da dinero de modo indiscriminado a quien sospecha que carece de recursos.

¿Cómo ha obtenido el Gobierno los datos personales y bancarios de Antonio? Eso es otro misterio, aunque cabe hacer un par de conjeturas: o los ha sacado de los datos de la Seguridad Social o de los listados de las pensiones a los más vulnerables que distribuye la Comunidad de Madrid… Una cosa es obvia: el Gobierno premia con dinero a quienes, según él, cree que más lo necesitan. Y, de paso, puede "comprar" o "fidelizar" por esta vía el voto al PSOE y a Podemos. Se trata de reforzar la red clientelar de los partidos actuales en el gobierno para las próximas elecciones. En fin, mientras Antonio recibirá todos los meses 400 euros, más la pensión de la ONCE y la ayuda de la comunidad de Madrid, su amigo Jesús, un esforzado trabajador autónomo de la cultura, sólo ha recibido 395 euros por un ERTE al haber tenido cerrado su librería por el decreto de estado de alarma. Ver para creer: uno, el que más tiene, recibe tres pagas, y el otro, un autónomo angustiado, la ayuda recibida no le alcanza ni para pagar los gastos de la luz.

Llamo a un buen amigo para contarle el suceso de Jesús y Antonio y, de paso, aprovecho para agradecerle sus reflexiones sobre las barbaridades de este Gobierno con la gestiones de la Covid-19. Después de escuchar el relato anterior, me resalta mi amigo, silenciaré su nombre porque así me lo ha pedido, que eso es una atrocidad, como las diez atrocidades que había escrito para mi personal encuesta contra este Gobierno. Insiste, este alto funcionario de la diplomacia española, que hablamos de atrocidades, pues el error depende de cuál fuese el propósito. Errores ha habido innumerables, pero lo atroz es la intención subyacente a toda la actuación del gobierno de Sánchez. Darle a alguien una ayuda sin haberla pedido es una acción atrabiliaria y discriminatoria contra los más necesitados. Es, en efecto, una barbaridad de parecido jaez a las otras diez que me recuerda mi amigo. Primera, este Gobierno, durante la crisis, ha asesinado el "sentido común" a manos de los esbirros mediáticos, especialmente las cadenas de televisión. De ahí se deriva, y es la segunda tropelía, la emasculación mental de grandes sectores de población.

Ahí van más o menos resumidos los cinco primero atropellos de la gente de Sánchez. Aplastamiento del sentido del humor crítico, no de las bromillas baboso/pelotas del poder. ¿En qué televisión está la sátira que amerita la patochada permanente, y que florece en las redes?… De esa emasculación de la inteligencia, tercera monstruosidad, el Gobierno ha conseguido debilitar la capacidad de reacción de los españoles para usar sus fuerzas y su sentido común contra la crisis. El cuarto y el quinto dislates están muy relacionados entre sí: el aislar a la sociedad del virus, en lugar de aislar el virus de la sociedad, implica que se "cuarentena" (perdón por el uso del "palabro") al sano en vez de al infectado (y todo por negarse a hacer tests, tests, tests). Esa negación revela una inconmensurable incompetencia, quinto desatino, para saber qué es exactamente lo hay que hacer y, una vez sabido, para llevarlo a la práctica (cuando en todas partes saben que nada se conseguirán sin tests, tests, tests).

La maldad o la incompetencia (dependiendo de a qué sector del poder nos refiramos) en cargarse la infraestructura económica, supeditándola a un designio de destrucción del tejido productivo de clases medias, es la sexta temeridad de este Gobierno. Ahí han visto, escribe indignado el otrora flemático diplomático, un filón en la fragilidad del turismo, que ya los derrotó en otras épocas. Las otras tres brutalidades son escritas sin puntos y a partes pero con la misma contundencia que las anteriores. Séptima: Es imposible enfrentar una crisis seria con un gobierno de la "señorita pepis", pensado para jugar a las labores de sus "géneros". Octava: La total ausencia de dignidad y empatía para tratar a los muertos. Novena: La abyección de tener como único objetivo aferrarse al poder, y la estupidez de no ver que se les desmorona entre las manos. Y reaccionar a ello con chulería y ataques a una oposición que les ha permitido todo el tiempo una salida relativamente airosa. Y décima: la interacción de todo esos desatinos entre sí y la mentira nos lleva al caos. No ha habido dignidad para atajar la crisis dejando sin protección a los sanitarios y a los ancianos. Y porque ha carecido de dignidad, este Gobierno ha llevado a un General de la Guardia Civil a hacer el ridículo y se ha consentido la afrenta al Rey y al Poder Judicial. "Como ves", concluye mi amigo diplomático, "todo ello configura un crimen de 'lesa patria', pues se traduce en un terrible ataque a las fuerzas del pueblo español para debilitarlo y dejarlo inerme.

Acabo de transcribir estas notas "diplomáticas" y me lanzo a releer un cuento de Francisco Ayala: El hechizado. Una narración sobre un modesto súbdito del viejo imperio español que quiere ver al rey de España. Este pobre hombre sale de un lugar alejado de los Andes y, después de pasar por mil peripecias y laberintos burocráticos, llega al Palacio Real de Madrid. Aquí soborna a una enana y consigue que le abran la puerta de la estancia del monarca. La visión que nos da Ayala de Carlos II el Hechizado, sentado en su trono, es inolvidable. Horrorosa. Se ve a un triste imbécil y hechizado, vestido con un encaje de Malinas lleno de las babas que fluyen de sus labios, que despide un asqueroso hedor a orines por su incontinencia. He ahí el núcleo del poder de un imperio a la deriva. He ahí el final del sueño de un súbdito andino por ver de cerca el centro del poder. He ahí el final de un viaje con su corolario: quizá el Estado no sea otra cosa que una pura apariencia. Ficción de una falsedad. Hoy, sí, no hay hechizados. Quizá fueron sustituidos por psicópatas. Unos y otros están mantenidos por una absurda y perversa burocracia.

El indio González Lobo del relato de Ayala hizo "un trabajoso y dilatado viaje" a Madrid, sede de la Corte española, "hacia finales de 1679". Su obsesivo objetivo era entrevistarse con el monarca Carlos II. Tras un largo tiempo "perdido en la maraña de la Corte", soportándolo de forma paciente en antesalas con entrevistas con funcionarios segundones ("sería recibido por el quinto oficial de la Tercera Secretaría, competente para escuchar mi asunto"), halló un atajo para eludir todos esos obstáculos. Consiguió a través de la mujer de un jardinero, que era, reitero, "enana del rey", llegar hasta El Hechizado. Todo lo hizo para conocer la benevolencia real, que le dió a besar su mano, entre "un fuerte hedor a orines" y la visión de "su pecho humedecido por las babas infatigables". ¿Quién estaría dispuesto a correr los riesgos de González Lobo por darle la mano a nuestros actuales ocupantes del poder?… Sin duda hay muchos que les gustaría emular al paisano andino… En cualquier caso, el cuento de Ayala representa una dura crítica a la innecesaria burocracia para el absurdo. Las palabras de Ayala para ayer valen para hoy: "El poder de los magnates se mide por el número de los pretendientes que tocan a sus puertas y ahí, todo el patio de la casa era antesala".

¿Quién no espera hoy algo de Sánchez?… Pongámonos en la cola. Después de las televisiones, los artistas del cine ya lo han conseguido.

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