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Mario Noya

Coronavirus: Japón vs. España. No comparen que es peor

Como en Japón no están en manos de ministros como Salvador Illa y de expertos como Fernando Simón, tienen una cifra de muertos por millón cien veces inferior a la española.

Como en Japón no están en manos de ministros como Salvador Illa y de expertos como Fernando Simón, tienen una cifra de muertos por millón cien veces inferior a la española.
Una céntrica calle de Tokio | EFE

Con su población tan envejecida (el 40% tiene más de 55 años) y concentrada (334 hab/km2); con su hiperconexión con China –su segundo mayor socio comercial, y el origen del 30% de su turismo extranjero–; con su llamativa carencia de médicos especializados en enfermedades infecciosas (sólo 531) y su exposición tempranísima a la pandemia –registró el primer contagio el 16 de enero, cuando Pekín aún mentía a sus propios súbditos que no pasaba nada–, Japón tenía todas las papeletas para ser uno de los países más devastados por la covid.

Pero resulta que no. Que a Japón no le ha tocado esa siniestra lotería.

Pero porque en Japón supieron desde el primer momento que esto no era un juego y se lo tomaron completamente en serio. No como en la España que aún tiene de ministra a Irene Montero y de experto de referencia a Fernando Simón.

A día de hoy (18 de mayo), Japón (126 millones de habitantes) informa de 744 muertes por coronavirus. En total. Según las fraudulentas cifras oficiales, en España (47 millones de habitantes) ha habido más de 744 muertes diarias nada menos que en diez jornadas. Con sus fraudulentas cifras oficiales que demedian la mortandad, España reporta 591 muertes por millón de habitantes. Japón, el Japón que triplica la densidad de población de España y se las vio con el virus 15 días antes que España y que en casi todos los sentidos está mucho más cerca de la infecciosa China comunista que España, 6. Seis muertes por millón de habitantes. No hay errata.

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Como en Japón no tienen expertos como Fernando Simón, no se pasaron meses cuchufleteando y echándose unas risas y asegurando sobrados que el virus ni estaba ni se le esperaba, sino que se pusieron a trabajar desde el primer momento: así, para cuando se registró el primer muerto (13 de febrero) ya habían repatriado a la mayoría de los japoneses atrapados en China por la pandemia (29 ene - 17 feb), incorporado el sistema legislativo a la lucha (para poder combatir la lacra según lo dispuesto por la Ley de Control de Enfermedades Infecciosas y la Ley de Cuarentena –27 ene–) y puesto en marcha el Alto Mando de Respuesta ante el Nuevo Coronavirus, comité que supervisa el proceso de toma de decisiones del Gobierno para hacer frente a la covid (30 ene); un comité que no es de adorno ni da vergüenza ni esconde a sus integrantes y supervisa de verdad, al punto de que tiene que dar su visto bueno a, por ejemplo, una declaración de estado de emergencia. No comparen que se me van a ulcerar.

Los expertos japoneses que no son Fernando Simón tuvieron la suerte de tener un crucero cuarentenado en Yokohama desde el 3 de febrero. Y, como no son como Simón y su tropa clandestina, se impusieron aprovecharla para cumplir mejor con su deber.

Allí, en el Diamond Princess, comprobaron que muchos contagiados no contagiaban, y que de hecho los contagios se producían en unas determinadas circunstancias. El análisis de los casos del crucero y de los ya registrados en el propio Japón les llevó a desarrollar una estrategia denominada ‘de las tres T’: test, trace, treat, testar, trazar y tratar; pero no a personas sino a grupos, lo que les posibilitaría un abordaje de la crisis menos exhaustivo, con un consumo inferior de recursos de todo tipo. Estrategia controvertida que les granjeó numerosas críticas pero que se ha revelado tremendamente exitosa.

En esa estrategia de las 3T resulta de vital importancia detectar cuanto antes los focos de contagio y proceder al tratamiento/aislamiento pertinente de quienes se han expuesto a ellos. En este punto, los test resultan determinantes, y resulta que Japón tiene unos índices de testeo bajísimos, hace 2 test por millón de habitantes, frente a los 65 que dice hacer España o los 167 que reporta el campeón en este rubro, Islandia. Pero el caso es que parece estar testando con extraordinaria eficacia… y minuciosidad: para confirmar un contagio practica dos test, y otros dos para certificar una recuperación o descontagio. Igualito que en España y ya les vuelvo a pedir que no se pongan a comparar que les va a dar un mal.

"No necesitas rastrear a cada persona infectada si puedes rastrear el grupo", refiere uno de los que no son Fernando Simón, Yoshihiro Kawaoka, para explicar por qué se han decantado por un cluster approach en vez de por uno que tenga por eje al individuo. "Si no haces nada, el foco puede descontrolarse. Pero siempre que puedas identificar un foco lo suficientemente pequeño como para poder contenerlo, el virus morirá".

Los focos de marras tienen las siguientes características: son

1) lugares cerrados con mala ventilación;

2) lugares donde se dan grandes concentraciones de personas;

3) momentos en los que se producen interacciones sociales sin la debida protección y sin que medie la ya famosa distancia de seguridad.

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De ahí que a los japoneses se les encarezca que eviten las 3C: closed spaces, crowded places, close-contact settings. Que eviten los karaokes y estar de charleta con los amigos, por ejemplo. Que, otro ejemplo, si comen con otras personas lo hagan de lado y no de frente. Y que cuando viajen lo hagan como suelen, es decir, con mascarilla y sin hablar con otros viajeros. Las mascarillas son determinantes, claro que sí; e insisto: no se les ocurra ponerse a comparar si andan con la tensión descabalgada.

El TTT y el CCC son, pues, la clave del éxito de un país como el Japón que ha estado bastante tiempo en estado de emergencia, que de hecho sigue estándolo en megalópolis como Tokio u Osaka, pero donde se persuade mucho más que se impone; porque ni en pleno estado de emergencia puede el Ejecutivo cometer desafueros como los que perpetran aquí con aberrante impunidad Pedro Sánchez y su banda de enemigos funestos de la libertad. En Japón, el estado de emergencia lo gestionan en buena medida los gobernadores de las (47) prefecturas, a quienes la Constitución no permite la imposición de confinamientos masivos ni la restricción de la libertad de movimientos a individuos no cuarentenados. De nuevo les suplico que no comparen, menos aún si son ustedes residentes no obsecuentes de la Comunidad de Madrid, humillada y ofendida por el Gobierno de la clamorosa prevaricación.

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En España (47 millones de habitantes, 27.650 muertos que son más bien 50.000), este martes nos cuentan la suerte que tenemos de estar en manos de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Irene Montero, Carmen Calvo, Yolanda Díaz, Alberto Garzón, Fernando Simón y Salvador (hay que joderse) Illa. Nos lo va a contar el comisario Tezanos, quién si no. Como en Japón (126 millones de habitantes, 744 muertos) no tienen nada que se parezca al sociólogo sobrecogedor, se proclaman mayoritariamente descontentos con la manera en que su Gobierno está gestionando la coronacrisis.

No comparen, háganse el favor.

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