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Carmelo Jordá

El Pablo Iglesias de siempre

Iglesias ha atacado siempre a los periodistas que no le bailan el agua y ha llegado a afirmar que los medios de comunicación privados no tenían derecho a existir.

Pablo Iglesias | EFE

Una vez más, se nos está escandalizando la prensa española, en esta ocasión porque Pablo Iglesias ha utilizado la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros para atacar a periodistas y seguir tratando de poner en marcha un ventilador del caso Dina que, en realidad, ya no mancha a nadie más que a él mismo.

A mí la verdad es que de nuevo me sorprende más la magnitud de la algarabía que lo ocurrido en sí, empiezo a pensar que mis colegas se llevan las manos a la cabeza en demasiadas ocasiones.

Parte del escándalo parece venir de que las impresentables declaraciones del vicepresidente segundo se produzcan en ese entorno, y yo, sinceramente, no creo que después del paso por esa sala de las portacoces Celaá y Montero deba ya sorprendernos prácticamente nada: no han sido Iglesias ni Podemos los que han prostituido la función institucional de un acto semanal que ha pasado a ser un ejercicio cada vez más lamentable de propaganda, no; han sido el PSOE y Sánchez.

Por otro lado, aún más llamativo es que la gente descubra ahora al verdadero Pablo Iglesias, que no se ha destapado súbitamente como un totalitario y un habitual del matonismo político, sino que es ambas cosas desde que entró en política, allá por el aciago 2014.

Iglesias ha atacado siempre a los periodistas que no le bailan el agua y ha llegado a afirmar que los medios de comunicación privados no tenían derecho a existir. Sí, ya sé que a todos nos gusta pensar que el poder hace menos radicales a las fieras totalitarias, pero lo que nos enseña la Historia es justamente lo opuesto: si das poder a un totalitario como el líder de Unidas Podemos, lo único que cabe esperar es que vaya expandiéndolo y usándolo de forma cada vez menos democrática.

En cualquier caso, bienvenidos sean todos aquellos que súbitamente han visto la luz y bienvenidos sean también los que la vayan viendo en los próximos meses, ya sea por las declaraciones del propio Iglesias o por las revelaciones que llegarán alrededor del caso Dina –menudo serial cada día más apasionante nos está ofreciendo Miguel Ángel Pérez en Libertad Digital, por cierto–.

Sí, yo me alegro sinceramente por todos aquellos, periodistas o no, que están descubriendo al verdadero Iglesias; ahora sólo cabe esperar que no sea demasiado tarde, y, si no es mucho pedir, que Vicente Vallés no se lleve toda la empatía y quede un poquito para los que venimos diciendo desde hace años lo que ahora causa tanta sorpresa.

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