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Cayetano González

La calle acabará echando a Sánchez

PP y Vox tienen que estar preparados desde ya para tomar el timón de una nave que va a la deriva.

PP y Vox tienen que estar preparados desde ya para tomar el timón de una nave que va a la deriva.
Cientos de manifestantes piden en Madrid ayuda urgente para el campo | EFE/Luca Piergiovanni

A Zapatero no le desalojó de la Moncloa en 2011 la oposición que lideraba el PP. Fue la crisis económica mundial, que se negó a aceptar, incluso a llamarla por su nombre, lo que le obligó a adoptar unas drásticas medidas económicas –reducción del 5% del salario de los funcionarios, congelación de las pensiones para 2011, recorte de las ayudas a la dependencia y supresión del cheque bebé– anunciadas en el Congreso de los Diputados el 12 de mayo de 2010, lo que supuso la firma del acta de su defunción política, que se consumó al año siguiente en las elecciones generales que ganó el PP y que auparon a Rajoy a la Presidencia del Gobierno.

Algo similar le puede suceder al actual inquilino de la Moncloa. Instalado en el poder a través de una coalición con Podemos que más se parece a una jaula de grillos que a un Ejecutivo mínimamente solvente; mantenido en ese poder gracias a pactos con los golpistas independentistas catalanes, con los herederos políticos de ETA y con los nacionalistas vascos del PNV, y con una oposición cuyo principal partido ha vivido recientemente una crisis bochornosa, Sánchez se encontraba muy cómodo y con un horizonte político bastante despejado.

Pero el descontento social ha empezado a hacerse sentir en la calle. La enorme manifestación de agricultores y ganaderos de este domingo en Madrid, unida a la huelga de transportistas, es un serio aviso de lo que puede sufrir este Gobierno si sigue empecinado en ignorar, en no tomar medidas urgentes para que sectores básicos de nuestro sistema productivo no se vayan a pique. Un Gobierno que además se está mostrando prepotente y muy poco empático con esos sectores sociales que protestan y se manifiestan en la calle.

Decir que estas movilizaciones están alentadas por la ultraderecha, como han hecho en los últimos días varios ministros, o que con ello se haciendo el juego a Putin, aparte de confirmar la simpleza y la falta de consistencia intelectual con la que se mueven la mayor parte de los integrantes de este Ejecutivo, supone tomar por tontos a los españoles, y esto es algo que suele molestar bastante al ciudadano de a pie. Intentar acallar este descontento social con descalificaciones de brocha gorda, viendo en cada esquina del país, en cada sector de la sociedad que muestre su descontento, a peligrosos ultraderechistas es una broma de mal gusto.

Ante esto, los dos partidos que en la actualidad conforman la oposición al Gobierno, PP y Vox, tienen que reflexionar y pensar que en el momento que vive España no hay lugar para estar en pequeñeces. Hace falta una alternativa sólida a este desgobierno socialcomunista sostenido por grupos políticos bastante indeseables, políticamente hablando, y enemigos de España.

El PP tiene dentro de dos semanas su congreso extraordinario, y de ahí saldrá su nuevo líder, que tendrá como tarea urgente recomponer un partido que arrastra una crisis de identidad desde hace bastante tiempo y cuyo último capítulo ha producido auténtico bochorno no sólo a sus votantes, sino a la sociedad en general.

Pero Vox tiene también que irse configurando como un partido con hechuras para asumir responsabilidades, al igual que acaba de suceder en Castilla y León, en Gobiernos autonómicos, municipales y muy probablemente en el Gobierno de la Nación, tras las elecciones generales, que, visto el panorama que estamos viviendo, bien podrían sufrir un adelanto. Por encima de sus sus intereses partidistas, PP y Vox tienen que estar preparados desde ya para tomar el timón de una nave que va a la deriva por mor del peor Gobierno y del peor presidente –con permiso de Zapatero– que ha tenido España en mucho tiempo.

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