Menú
Pedro de Tena

Asesoría de ocasión para un debate electoral sobre la masturbación

De haber tenido lugar en Canal Sur un auténtico debate sobre la masturbación el asunto hubiera sido educativo para todas las edades.

De haber tenido lugar en Canal Sur un auténtico debate sobre la masturbación el asunto hubiera sido educativo para todas las edades.
Macarena Olona en el debate de Canal Sur | EFE

Andalucía, como en tantas otras cosas, ha sido el germen de la genialidad de situar a la masturbación en el meollo de un debate electoral. Pero no ha sido una batalla lucida porque han faltado asesores cualificados en la materia que suministraran precisiones, detalles, anécdotas y laureles culturales a los contendientes. Por eso, nos apresuramos a hacer un ejercicio de asesoramiento de ocasión por si acaso hay nuevas tentativas en el próximo futuro y con el único propósito de reírnos un poco de nosotros mismos.

En este caso, por razones de espacio, nos vamos a limitar a algunas notas que, en boca de algún o alguna de los candidatos a la presidencia de la Junta de Andalucía, los habrían ascendido al cielo de la sorpresa de los espectadores. Para evitar conflictos inútiles, desecharemos toda cuestión moral y nos ceñiremos a una de las más curiosas manifestaciones sobre el hecho en sí: cómo se expresa en diferentes lenguas. Sólo esta simple anotación hará comprender la extensión universal del fenómeno.

No hay consenso acerca de si debe o no tratar de la masturbación –se supone que de ambos sexos– en las aulas escolares españolas, pero sí hay unanimidad en que la lengua inglesa debe estar presente en todo el itinerario educativo, desde las fases más tempranas. Por eso, nos permitiremos hacer una chuleta de ocasión sobre las palabras o grupos de palabras o expresiones que se refieren a la masturbación y algunos apuntes generales.

Y es sorprendente porque en inglés he contado más de cien. Las hay neutrales, las hay condenatorias. Háylas masculinas, femeninas o unisexo. Las hay cultas, populares y vinculadas a jergas. Naturalmente, están las expresiones españolas, iberoamericanas, europeas varias e incluso rusas y chinas. Seguramente hay más, pero habrá que buscarlas en otro momento más relajado y no tan yuxtapuesto a la circunstancia original de la polémica.

Lo de contar las de la lengua inglesa tiene su gracia y su razón. Parece que si así lo hacemos el tema pierde un cierto grado de densidad bélico-moral para adquirir un interés lúdico-formal en cómo se ha vertido el hecho cierto de la masturbación humana en la lengua de Shakespeare. De los animales, que se ocupen otros. No gustará a todo el mundo –recuerden que hubo un autor inglés del siglo XIX que eliminó de las obras del poeta todo insulto, taco o palabra malsonante—, pero creo que tiene su aquél.

Comencemos por las palabras moral o religiosamente neutrales. Entre ellas las hay más naturales y descriptivas , como autoerastia, autoeroticism, autoism, autophilie y autostimulation. También solitary sex, solo sex o solosexuality. Otras son más complejas. De cheiromania no he encontrado traducción precisa aunque la cita el Gran Libro de la Masturbación de Martha Cornog, a la que seguimos en su recorrido lingüístico por el asunto.

Hay algunas, igualmente equilibradas, que ya son elaboraciones más complejas. Por ejemplo, genital pleasuring (de placer), ipsation (de uno mismo), idioeroticism (que tendrá que ver más con idiosincrasia, digo yo), mastupration y manustupración (que precisa el papel de la mano). Una joya, o me lo parece, es monosexual idiosincrasy y más normalitas son self-loving, self manipulation, self pleasuring, solitary sex u otras por el estilo.

También hay términos técnicos y formales pero que esconden una intención desaprobatoria sobre este ejercicio tan o demasiado humano. Sin traducción ni nada se entiende todo. Abuse yourself, genital vice, manual defilement (deshonra), manual vice, Onan´s crime. (I), onanism o pollution que, como en español, significa indistintamente derrame o afloración de semen y contaminación, lo que da una idea de la intención subyacente.

Hay más que hacen referencia a su carácter solitario. Véanse: secret vice, solitary libertinage, solitary vice, solitary sin, sin of youth (pecado de la juventud) y no se agota aquí el repertorio. Añádanse los que añaden self (uno mismo). Por ejemplo, self abuse, self pollution. En fin.

En la jerga popular inglesa, como en la española y en otras, esto de la masturbación es una mina bastante explotada si bien distingue entre la masculina y la femenina. Como no se pretende escandalizar a nadie –aunque de hecho el debate electoral andaluz transcurrió en sus primeras fases, que fue cuando salió el tema, a horas todavía infantiles—, sólo bastará con que destaquemos algunas sorprendentes.

Vean esta pequeña muestra de las masculinas: Arm the torpedo y Bang the burrito se entienden más o menos. Pero ¿y Barclay´s bank, que es otra de las expresiones citadas en el mencionado libro? Five against one es comprensible. Lo de Bash the bishop (golpear al obispo) o Beat the piss out of your best friend (busquen la traducción) dan muchos pasos metafóricos adelante. Y no digamos Caress of cucumber, de resonancias vegetales bien próximas. Y hay muchas más. Decenas y decenas.

En cuanto a las femeninas, algunas son más delicadas como A date with Rosie o A little southern romance, fácilmente reconocibles. Otras menos, como Butter the potato, Feed de other mouth, Cross the great divide, etc… También las hay menos comprensibles a simple vista, como Copy Georgia O‘keefe, una famosa y cotizada pintora norteamericana. Otras sin embargo son vivas imágenes alusivas, como Open the honey pot. También hay muchas más, pero no tantas como las masculinas.

Baste la muestra en inglés. En otros idiomas, destaquemos el chino shou yin, que significa obscenidad manual o da fel ji (jugar a la máquina voladora). En francés, Vueve poignet (muñeca viuda). Para una italiana, vale la expresión fare o farsi un ditalino o el común a ambos sexos lavorata a mano. No podemos olvidar el japonés gonin gumi o pandilla de los cinco dedos (tiene muchos más) o el ruso, idioma en el que Dun’ka Kulakova indica lo que en inglés Mary cinco dedos.

Antes de terminar, comprobemos lo que el debate hubiera elevado el listón de la oratoria política si se hubiese echado mano de la historia. Se ha contado que ya en Libro de los Muertos de los primeros egipcios, la masturbación era contemplada. Incluso antes se creyó que unos dioses surgían de otros por medio de la misma. Entre los griegos y romanos fue considerada una forma inferior de placer. El asombroso cínico Diógenes se masturbaba en público y replicaba a los críticos que si pudiera quitarse el hambre frotándose el estómago lo haría.

Desde entonces hasta ahora, lo único que cabe decir es que, se considere como se considere y se juzgue moralmente como se juzgue, la masturbación es un ejercicio universal de los seres humanos. Las razones pueden ser diferentes para cada cual porque, en realidad, es un asunto privado, ya sea solitario o no. Por ello, fue sorprendente comprobar su aparición en un debate televisado sobre Andalucía. Pero, claro, supo a poco y fue sometido a la tortura de un formato muy limitado y desfigurador.

Si a José Luis Balbín no le hubieran cerrado su Clave, maldita sea la hora, podría haber hecho un programa completo sobre el tema en el que, además de algún botón de muestra político, debatieran religiosos y no religiosos, científicos e historiadores, psiquiatras y educadores. Por cierto, no se olvide que Freud no era muy partidario de la masturbación a la que consideraba una mera fase del desarrollo de los niños y jóvenes.

Y desde luego, además de todo el camino señalado y no recorrido, nos queda la literatura. En unos pocos ejemplos quedará claro cómo se hubieran enriquecido las reflexiones de haberla tenido en cuenta. Por poner un ejemplo reciente de alguien de esta casa, Ayanta Barili escribe de ella y del mono Yamba con toda naturalidad en su nada lejana y finalista novela del Premio Planeta Un mar violeta oscuro.

Lo de Jaime Bayley es más intenso: "He odiado a papá he sido un vago me han echado de la universidad he deseado a mi mejor amigo he sido un cobarde he dormido en el calabozo he vomitado en la casa de un ministro he mirado celebridades desnudas he coqueteado con el peluquero he sido mal hijo y mal esposo he tenido malos pensamientos me he masturbado como un demente he querido besar a una novia que no era mía he sido cruel he sido canalla he sido infiel he sido un cabrón no he cambiado no me arrepiento confieso que he pecado y he sido feliz…". Sin desperdicio alguno.

Pero no, no es cosa de hispanos o hispanas. Samuel Beckett, que veía morir a Malone esperando a Godot, contaba los masturbatorios de Edmond. Pero los hispanos somos más bravíos. El propio Benedetti preguntaba: "Vamos a ver, ¿nunca mataste a un gato o te masturbaste o le hiciste una zancadilla a tu santa madre o tuviste inclinaciones homosexuales o descubriste que tu viejo tenía una querida o hiciste trampas en el examen o abofeteaste a tu novia o estuviste preso por estupro o torturaste o fuiste torturado…", y así sucesivamente.

También deberían leerse las razones del Papa Ratzinger en su Catecismo moderno que condena la práctica y contemplar el cuadro El gran masturbador de Salvador Dalí. Goya no la pintó pero habló de ella. Cela era casi un experto en la etimología de la palabra. Incluso Pere Gimferrer se refiere a un tal que la practicaba ante un espejo.

Esto es, de haber tenido lugar en Canal Sur un auténtico debate sobre la masturbación en sus mil y un aspectos y tratamientos, el asunto hubiera sido de relieve e incluso educativo para todos y de todas las edades. Pero no. Por eso, entre sonrisas y sin acritud, se ha propuesto este ejercicio de asesoramiento para el siguiente debate sobre este pecado, o no, universal, del que decía James Joyce –atienda la del quedarse ciego por ella– que le hizo perder el pelo al doctor Bloom.


(I) Se refiere a Onán (pecado de Onán), segundo hijo de Judá, que se negó a fecundar a la viuda de su hermano, que era preceptivo, practicando el coitus interruptus, por lo que onanismo fue palabra asimilada a una masturbación en la práctica. No se condenaba en sí sino porque tal acto impedía que la viuda tuviera hijos que la salvaran de la pobreza y la soledad. Por ello, se llegó a llamar Onania a un estudio sobre la masturbación del siglo XVIII, que lo consideraba entonces un grave pecado.

En España

    0
    comentarios