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Emilio Campmany

Ganar o perder a medias en Ucrania

Vistas la crueldad del ejército ruso y la destrucción de Ucrania, Occidente no debe permitir que de ninguna manera Rusia se salga con la suya.

Vistas la crueldad del ejército ruso y la destrucción de Ucrania, Occidente no debe permitir que de ninguna manera Rusia se salga con la suya.
Ceremonia fúnebre en honor del soldado ucraniano Volodimir Dmytras, en Novyi Vytkiv. | EFE

Cuando a finales de febrero Rusia invadió Ucrania, muchos analistas militares creyeron que era cuestión de semanas que el régimen de Kiev cayera. Gracias a la resolución de los ucranianos y a la ayuda militar occidental, los rusos, después de sufrir graves pérdidas humanas y materiales, tuvieron que moderar sus ambiciones y concentrarse en la conquista del Dombás y del litoral bañado por el Mar de Azov. Hoy, la impresión general es que Moscú está en vías de alcanzar este relativamente modesto objetivo. Es así porque, habiendo sido suficiente el armamento enviado para repeler el asalto inicial, el que estamos suministrando ahora no es bastante para contener a los rusos en un frente mucho más estrecho. Es verdad que las ayudas occidentales se incrementan en cantidad y calidad, pero no son por ahora suficientes para que Ucrania gane la guerra.

¿Podemos hacer más? Claro que podemos, pero desde el principio nuestra ayuda ha sido limitada con el fin de evitar que una excesiva capacidad ofensiva de los ucranianos pueda empujar a los rusos a escalar el conflicto y recurrir en su caso a las armas nucleares. También nos da miedo que una derrota total de Rusia la desestabilice y su arsenal atómico caiga en manos todavía más peligrosas que las de Putin. Estos temores son los que se esconden tras las ansias que hay en Occidente de que ucranianos y rusos firmen una paz por la que Ucrania renuncie al territorio que hoy ocupan los rusos a cambio de conservar su independencia en el resto. Es decir, nos conformamos con que Ucrania pierda y Rusia gane a medias esta guerra con tal de evitar el riesgo de una deriva que podría arrastrarnos a un conflicto mucho más grave.

Sin embargo, llegados a este punto, vistas la crueldad del ejército ruso y la destrucción de Ucrania, Occidente no debe permitir que de ninguna manera Rusia se salga con la suya. Ni siquiera a medias. No es sólo lo moralmente exigible, sino que también es lo deseable estratégicamente, pues, de consentirlo, Rusia y China se sentirían animadas a emprender nuevas aventuras, conscientes de que Occidente abandona a sus aliados al primer atisbo de escalada o de desestabilización. Es evidente que Putin, en trance de ser derrotado, puede sentirse tentado de recurrir a armas no convencionales, pero hay que dejar bien claro que, si recurre a ellas, se emplearán contra él. Y si Rusia se hunde en el caos debido a la derrota, habrá que ayudarla a salir de él. Porque la única forma que tenemos de garantizar que Putin no recurrirá a las armas nucleares y que Rusia no se desestabilizará es negándole a Ucrania las armas que necesita para vencer. Y eso es lo que ya no nos podemos permitir. ¿Arriesgado? Claro que lo es, pero indispensable si queremos ganar esta guerra. Y debemos ganarla del todo, no a medias, para no tener que hacer frente en el futuro a otras más difíciles y peligrosas de librar.

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