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Pedro de Tena

Pedro el Ruina

Cuanto más sufrimos los españoles de a pie por el incremento de los costes de la vida, más recauda la Hacienda del ruinoso sátrapa.

Cuanto más sufrimos los españoles de a pie por el incremento de los costes de la vida, más recauda la Hacienda del ruinoso sátrapa.
Pedro Sánchez. | EFE

Había un torero en Torremolinos que se llamaba Baldomero Martín "Terremoto" a quien siempre que le caía en suerte un toro con guasa decía: "Ojú, qué ruina me va a traer el toro éste". Tanto lo dijo que eso de "ruina" se convirtió en un mote para los cercanos. "La ruina" ha sido un apodo de algunas artistas por su efecto, se supone, sobre algunos hombres. Ha habido delincuentes muy peligrosos con ese nombre. Por ejemplo, Faly "el Ruina", de la barriada Padre Pío de Sevilla. Pero el primer gobernante español al que han llamado "el ruina" ha sido José María González "Kichi". Naturalmente, los autores del metamote han sido los amigos de Teófila Martínez en sus comentarios insidiosos del Diario de Cádiz. Pero no será el más importante. Pedro Sánchez "el Ruina" le supera en todos los planos.

En cuanto a la economía, Pedro Sánchez es "el ruina" sin discusión alguna que causa un empobrecimiento sin precedentes. Mientras la oposición mansea, si uno se acerca a cualquier mercado popular de España verá que el tema de conversación más repetido son los precios y cómo los presupuestos familiares cada vez llegan con mayor dificultad a fin de mes. El ejemplo más escuchado es que antes se iba al hipermercado con 60 o 70 euros y se resolvía una semana. Ahora ni con 100. Si unes el mazazo del recibo de la luz, el puñetazo del combustible, gasolina, gasoil o gas y la inflación realmente existente, vivir con 1.000 euros es sencillamente heroico. Como tal cantidad es el importe del salario mínimo y de la pensión media nacional, saquen consecuencias. Es la población menos favorecida la que está siendo arruinada por esta anomalía que es quien dirige el gobierno socialcomunista separatista que conduce a la España real al precipicio. Pero la oposición no se entera porque no vive entre la gente.

Paradójicamente, cuanto más sufrimos los españoles de a pie por el incremento de los costes de la vida, más recauda la Hacienda del ruinoso sátrapa gracias al incremento que obtiene en concepto de IVA. Dice que nos bonifica con 20 céntimos por litro pero ya nos los cobró antes en forma de IVA y otros impuestos. Eso impide que se vea con claridad el desastre del déficit nacional porque se recauda, no gracias a más producción, sino a más altos precios. Si a ello unimos el que los tipos de interés europeos están subiendo sin cesar y que los productos se están deteriorando sin parar (jerseys de 100 por 100 algodón puro ahora sólo llevan un 70 por ciento con el mismo precio), comprobamos cuán alta está siendo nuestra ruina. Y nucleares no, Argelia y su gas tampoco, Rusia, la de Putin, sí. Hay mucho más, pero ya se hace uno a la idea.

Además del empobrecimiento, que es ruina creciente, está la ruina moral, que es el envilecimiento de las instituciones democráticas. No es sólo ya la forma en que llegó al poder gracias a la perfidia amoral de un juez, sino que su señora, Begoña Gómez, que no es académicamente nada, se presenta como conseguidora de Fondos Europeos cuyo destino él mismo decide. Nos escandalizamos con Juan Guerra o Iván Chaves, el comisionista, el hijo de Manolo, que ahora sabemos que es un pardillo. Pero es que, además, ha ninguneado, e incluso cerrado el Parlamento, está maniobrando para tener mayoría en el poder judicial y abrir la puerta al independentismo y a leyes que indignan a media España, impone sin más a la dirección de la RTVE, hace presupuestos a la medida de su necesidad de mantener el gobierno de la mano de Bildu y otros separatistas y comunistas… ¿Hay quién dé más

Todavía falta un tercer elemento ruinoso: el debilitamiento de la Nación española. Nos debilitamos, no cuando discrepamos, sino cuando, como diría Ortega, discordiamos. Leyes como la de Memoria Democrática, la Ley Trans, la Ley de "Protección" Animal, la ley del Aborto o la de Eutanasia siembran la discordia porque en unos casos nos hacen desvivir un proceso de reconciliación y en otros nos invitan a vivir nuevas tragedias sin haber dispuesto de tiempo suficiente para que el debate científico, ético, sociológico y político haya sido orientador. Se entrevé que quiere acabar con la caza, con los toros y con la Hispanidad. Ya veremos qué hará el artero con la Semana Santa, con la Defensa nacional, con la Monarquía constitucional o con lo que le dé la gana, que se atreve a todo con 120 escaños y Zapatero, "el abierto" (escucha, cerrada Carmen Calvo) mientras su popular oposición tiembla y negocia sobre el grosor de su soga.

Dijo Alfonso Guerra que, tras la victoria socialista en octubre de 1982, a España no la iba a conocer ni la madre que la parió. Pero él fue una matrona moderada que ahora medita melancólicamente sus palos de ciego sobre esta desgraciada nación que no conocía. Eso sí, contribuyó a endiñarnos al siniestro y "maduro" Zapatero y a este Pedro el Ruina que acelera y acelera hacia el barranco nacional. Por eso ya he dicho que en todas las próximas elecciones hay que votar en defensa propia. Defendámonos. Votemos a cualquiera menos al Ruina y su casta antiespañola. Puede que así evitemos, o aplacemos, el estropicio.

(Mientras, exhumemos con incienso arzobispal al republicano indignado con la II República, Queipo de LlanoJosé Antonio Primo de Rivera ha escapado—, y dejemos en la Castellana madrileña la estatua del golpista antirrepublicano Largo Caballero. Así lo manda la "buena" memoria de Él Ruina.)

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