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Pedro de Tena

El gran engaño y el pack de la falsa memoria histórica

El olvido no es opción en una democracia pero sí lo es, bien depurado,  para este neototalitarismo orwelliano que nos está gobernando

El olvido no es opción en una democracia pero sí lo es, bien depurado,  para este neototalitarismo orwelliano que nos está gobernando
EFE

No hay que adentrarse mucho en el libro nada "derechista" de Burnett Bolloten que da título a este artículo para comprender que el engaño, la simulación, el secreto y la deformación propagandística de los hechos fue pandémica en la Guerra Civil. Este es un libro que ni los comunistas ni los socialistas recomiendan y que han borrado casi del todo de las lecturas que deben hacerse para saber lo que realmente pasó en España desde 1931 a 1939. No sólo desde 1934 o 1936.

En su mismo capítulo 1, con el título de "El gran camuflaje", Bolloten, explica que "los más destacados en la práctica de este engaño al mundo entero y en desfigurar dentro de la propia España el verdadero carácter de la revolución fueron los comunistas, que aunque en exigua minoría al iniciarse la guerra civil, utilizaron de modo tan eficaz las múltiples oportunidades que este conflicto presentaba, que antes de la terminación del mismo en 1939, se habían convertido, tras una fachada democrática, en la fuerza gobernante dentro del campo izquierdista."

Para conseguirlo, sostenían gobiernos social-comunistas donde dejaban que aparecieran como primeras figuras destacados socialistas mientras en realidad, el dinero (el oro de Moscú), el ejército regular y su armamento, las maquinarias administrativas y la comunicación iban quedando en manos comunistas bajo una farsante defensa de la democracia en la que nunca creyeron. Bolloten, precisamente, pone el dedo en la llaga porque explica cómo fueron eliminándose oscura y criminalmente a anarquistas y a trotskistas que se oponían a la dominación estaliniana de España.

Con la Ley de Memoria Democrática, vigente desde el pasado 21 de octubre, se consuma la segunda fase de este nuevo gran engaño, impulsado de nuevo por el socialcomunismo y sostenido por el separatismo golpista o filoterrorista. Se dice en su preámbulo: "La memoria de las víctimas del golpe de Estado, la Guerra de España y la dictadura franquista, su reconocimiento, reparación y dignificación, representan, por tanto, un inexcusable deber moral en la vida política y es signo de la calidad de la democracia" y sentencia que "el olvido no es opción para una democracia."

Pero de los ocho golpes de Estado que sufrió la República – el de 1934 apoyado por socialistas como Prieto, Besteiro, comunistas, anarquistas y separatistas catalanes -, sólo se refiere esta ley al golpe derechista que triunfó, el impulsado por unos generales, en buena medida republicanos, decepcionados por el golpismo sistemático de las izquierdas, su fraude electoral manifiesto, la violencia desatada y la ausencia casi completa de legalidad en las calles. Volver al gran engaño de una España de progreso paradisiaco creciendo en una República ejemplar es escandaloso y torticero.

Además de tergiversar el concepto de democracia y de Estado de Derecho, esta ley impuesta de nuevo a media España por la otra media, se basa en un crimen filosófico. Llamar "democrática" a la memoria es un ardid ideológico eficaz, pero es un sinsentido. La memoria, elevada a verdad colectiva impuesta a una nación a pesar de que siempre es selectiva, parcial e interesada, lo contiene todo porque no puede elegir qué recordar. Otra cosa es que amputemos los hechos que no conviene que se recuerden y se niegue su conocimiento a las nuevas generaciones en escuelas, institutos y universidades.

El enmascaramiento, iniciado por el siniestro socialista Rodríguez Zapatero, de los hechos contundentes que desencadenaron la Guerra Civil desde 1931 y la responsabilidad de los unos y los otros, se ha visto consumado por el actual gobierno de Pedro Sánchez. Se trata de una gran operación cultural dirigida a evitar que la izquierda española reconozca su grandísima responsabilidad en el desencadenamiento de la Guerra Civil. Se trata de que las nuevas generaciones de españoles ignoren la verdad.

Lo que va a ocurrir, si no se remedia cuanto antes, es que el desafío total a la verdad y la conversión de "la memoria real con todas sus vaguedades, omisiones, por no citar también sus distorsiones", será un segundo plato para unos jóvenes a los que se aplicará la fórmula de Philip K. Dick en su relato Podemos recordarlo todo por usted y a los que se les inyectarán falsos recuerdos de nuestra historia para anular la libertad de su conciencia.

El gobierno de Pedro Sánchez, apoyado en sus socios, es ahora la nueva forma de la empresa Spain Rekal Incorporated, que ofrece packs de falsos recuerdos sobre la historia de España y de la II República, que se implantan en el cerebro como si fueran reales. El resultado será que dentro de unas décadas a nadie le parecerá extraño que unos gobernantes sin escrúpulos purgaran su memoria sin la más mínima oposición. El olvido no es opción en una democracia, donde debiera reinar la verdad, pero sí lo es, bien depurado, para este neototalitarismo orwelliano que nos está gobernando.

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