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Pedro de Tena

Tres jorobas a la espera de dromedarios

Aunque la joroba recaiga sobre las vertebrales de esta derecha que nos desanima a todos, los jorobados somos los españoles de buena voluntad.

Aunque la joroba recaiga sobre las vertebrales de esta derecha que nos desanima a todos, los jorobados somos los españoles de buena voluntad.
El líder de Vox, Santiago Abascal y la portavoz del PP Cuca Gamarra, conversan en el Congreso. | EFE

Vamos a dar por buena la tradición y aceptar que los tres Reyes Magos fueron en camellos arábigos o dromedarios hasta el portal de Belén junto con otros hombres y mujeres de buena voluntad. Tales camellos tienen una joroba, que no dos, y en español, tener joroba es estar jorobado. Uno de sus usos, el que nos conviene es estar fastidiado, cargado de desgracias, jodido, decimos sin más precisión en nuestros días.

La primera joroba que espera camello para santificarse con el buey y la mula en un lugar honorable es de Carmen Martínez Aguayo, amiga íntima que es y ha sido de José Antonio Griñán, expresidente del PSOE y de la Junta de Andalucía. Esta médica básica y aprendiz de Hacendista acaba de demostrar más gallardía y entereza que su camarada entrando en la cárcel el pasado 28 de diciembre, día de los Inocentes, que tal vez consideró era más adecuado para ella.

Martínez Aguayo ha sido la que ha salvado a Griñán de una condena más grave por asumir en carne propia un comportamiento ilegal que pocos creen que fuera decisión propia. Fue ella quien reconoció durante la instrucción que ciertamente el Interventor General de la Junta andaluza les había hecho llegar más de una docena de advertencias sobre la irregularidad del procedimiento de concesión y gestión de unos ERE que ya se ha visto a dónde llegaron. Ella dijo que no entregó a su jefe, Griñán, tales documentos sino que los guardó en el cajón por no considerarlos relevantes. Y Griñán calló, todos callaron, a pesar de que resulta increíble que una subordinada ocultara al superior asuntos de tal calado. Está jorobada la señora pero con cierta dignidad que a otros les falta. Se cantó: "A la cárcel, que ya es hora" y dicho y hecho, dejando en evidencia de qué pasta es cada cual.

La segunda joroba que busca dromedario crece en la espalda de Alberto Núñez Feijóo y de Santiago Abascal. Sencillamente, parecen no tener ni idea de lo que estamos jugándonos todos los demócratas españoles en 2023. Se ha convocado una concentración por la Constitución española y en defensa propia de la nación contra Pedro Sánchez y sus socios de gobierno el próximo día 21 de enero.

El gobierno mamarracho y ruin de Sánchez la ha intentado reventar mediante la miseria moral de la Delegación del Gobierno que no hace sino poner trabas mezquinas, y seguramente ilegales, a su celebración. Era en la Plaza de Colón, pero se lee ahora que será en Cibeles. Por favor, señores Feijóo y Abascal, ¿apoyan o no apoyan esta concentración? ¿Por qué no nos convocan con solemnidad y diligencia? ¿Por qué no nos aclaran cuándo, cómo, por qué y para qué? ¿Por qué no denuncian las artimañas rastreras del gobierno de Sánchez para impedirla? A ver si se enteran: ¿vamos o no vamos? ¿Es que ni siquiera son capaces de unirse para eso? Por favor, señora Ayuso. Aclárelo usted si puede. Oiga, Macarena Olona, dos palabritas. ¿Dónde está usted y con quién? Joder, que estamos esperando y quedan 20 días.

En este caso, aunque la joroba recaiga sobre las vertebrales de esta derecha que nos desanima a todos, los jorobados somos los españoles de buena voluntad que estamos esperando una señal para acudir al portal democrático de Madrid para decirle al mundo que la España de la esperanza no está muerta y certificarle a Sánchez y sus cuatreros que van a perder las próximas elecciones.

La tercera joroba le ha salido recientemente al Papa Bergoglio y está emergiendo de su espalda con la cara del Papa Ratzinger. Esta giba, que lleva camino de agigantarse con el tiempo, tiene que ver con la falta de valor, no sólo intelectual, algo evidente, sino con el otro, con el valor del valiente, de quien se atrevió a lo que hoy se llama "batalla cultural". El Papa de la alta Baviera protagonizó un gran esfuerzo deliberativo con el heredero de la Escuela de Frankfurt, Jürgen Habermas, un socialista que defendió que el marxismo debía tomar nota de la importancia de la comunicación, no sólo de la economía y de la técnica, y la realidad del patriotismo (constitucional) y de la religión como forma simbólica.

El Papa Ratzinger respondía que es tarea de la política el "poner el poder bajo la medida del derecho y establecer así el orden de un empleo del poder que tenga sentido". Pero ¿cuál es el fundamento del derecho? Pues la fe cristiana y la cultura secular occidental, las dos, en una relación polifónica. Es más, ¿habría cultura secular sin la fe religiosa? En todo caso, sería preciso un proceso universal de purificación cuyo precipitado fuesen los valores que pueden unir e iluminar a todos los hombres. O sea, nada de complejos.

Dicho de otro modo, la democracia liberal es un esfuerzo deliberativo de todos con todos los afectados por decisiones a las que los cristianos no son ni pueden ser ajenos. O sea, lo más alejado de gobiernos que imponen, que subyugan, que avasallan, que doblegan pero que no convencen ni a los propios ni muestran racionalidad alguna frente a la "irracionalidad" supuesta de las religiones. Qué joroba para el Papa que vive.

Lo dicho. Tres jorobas a la espera de dromedarios y un portal al que dirigir con buena voluntad lo que es y debe ser la democracia de los hombres y mujeres libres.

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