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Emilio Campmany

Perseverar en el error

Lo que deseaban, y aún siguen queriendo, es modificar la valoración social de las relaciones sexuales.

Lo que deseaban, y aún siguen queriendo, es modificar la valoración social de las relaciones sexuales.
MADRID, 07/02/2023.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aplaudido a su llegada a la reunión mantenida este martes en el Congreso con diputados y senadores socialistas. EFE/Chema Moya | EFE

Se dice que el problema de la ley del "sí es sí" es que está mal hecha. No es verdad. O al menos no es sólo esa la verdad. El problema deriva de que la reforma patrocinada por Podemos quería ser el ariete de una transformación social donde toda relación sexual no consentida por la mujer fuera considerada "violenta". La idea era calificar de la misma manera la agresión sexual que abusa de la inconsciencia derivada por ejemplo de una intoxicación etílica como la que aprovecha la causada por una paliza del agresor. El objetivo era poder condenar al violador a la misma pena tanto si hay resistencia por parte de la mujer como si no. Pero, esto no se hizo con el objetivo de mejorar el Código Penal y mucho menos incrementar la protección a las mujeres. Lo que deseaban, y aún siguen queriendo, es modificar la valoración social de las relaciones sexuales.

La idea gustó al PSOE porque conlleva un ejercicio de ingeniería social, de esos que tanto les gustan a los socialistas desde los tiempos de Zapatero. Por la misma razón que les atrae calificar el aborto como un derecho de la mujer, sin consideración a los del nasciturus y a los del padre, o legalizar la eutanasia o tratar jurídicamente a los animales como sujetos de derecho, les atrajeron los prejuicios en los que se basaba la reforma que los comunistas querían hacer del Código Penal.

El problema del planteamiento de los comunistas es que, si siempre hay violencia en una relación sexual no consentida, la consecuencia jurídica será, desde luego, que se agravarán las penas de los que antes eran delitos sexuales más leves, pero se aliviarán las de los que antes eran más graves. Si se equipara a los agresores que no emplean la violencia material con los más brutales violadores, las condenas también se asimilarán y, aunque tenga el reconfortante efecto de agravar las de los crímenes de los primeros, también tendrá la lamentable consecuencia de reducir las de los segundos.

El PSOE afirma haber reaccionado y ha manifestado el propósito de reformar la ley para corregir los efectos "no deseados". Es mentira. Sabían perfectamente que se rebajarían condenas, pero les gustó el planteamiento ideológico que subyace al enfoque que hace la ley comunista. Con lo que no contaban era con la reacción ciudadana a las rebajas de condenas y a las excarcelaciones en unos delitos para los que, cuando hay violencia, la sociedad exige las mayores penas.

El PSOE pretende ahora nadar y guardar la ropa, dejar incólumes en la ley los prejuicios ideológicos conforme a los cuales todo es violencia en una relación no consentida. Y luego agravar las penas cuando de verdad la haya, algo que en realidad es imposible y va a dar probablemente lugar a una nueva chapuza, quizá incluso con nuevas rebajas y excarcelaciones. Antes, según Fraga, el PSOE sólo acertaba cuando rectificaba. Ahora, cuando rectifica, lo hace para perseverar en el error.

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