Menú
Pedro de Tena

La 'republicafake' y las modas

Ocultan la realidad de una república escasamente democrática y se niegan a reconocer su responsabilidad esencial en la tragedia.

Ocultan la realidad de una república escasamente democrática y se niegan a reconocer su responsabilidad esencial en la tragedia.
Calvo Sotelo yace en el suelo | YouTube

Vivimos en una época maravillosa para los que queremos aprender, deseamos comprender y necesitamos saber qué es verdad y qué no, cuando menos en el ámbito de lo que ya he llamado alguna vez "veracidad civil". Internet y sus derivados nos han proporcionado instrumentos de relieve para descubrir qué es civilmente verdadero y qué no frente a la siniestra propaganda. Cuando hablo de verdad civil, hablo del carácter de un discurso cuyas afirmaciones o negaciones pueden comprobarse de algún modo, si se empeña en ello la voluntad de los ciudadanos.

Aunque no se viva en Madrid, podemos asistir a los acontecimientos civiles de la capital sin salir del cuarto provinciano de estar gracias, en este caso, a YouTube. Fue mi caso ayer cuando asistí a la charla con la que Federico Jiménez Losantos dio paso a la clausura de congreso sobre las víctimas del comunismo. Hubo dos elementos que me interesaron sobremanera. Uno, su referencia al terror rojo ya presente desde el comienzo de la II República y otro, el de la moda como factor desencadenante de la conversión de la juventud de la cosecha del 51, a la que ambos pertenecemos, al izquierdismo en sus diferentes variedades.

Las dos leyes sobre la Memoria que han impuesto los gobiernos socialistas apoyados por comunistas y separatistas eliminan de su horizonte de aplicación lo ocurrido durante la II República que, en opinión de muchos historiadores, fue el origen de la Guerra Civil. Esa sombra vertida sobre la verdad civil y sus hechos básicos hace posible que nadie recuerde, por ejemplo, que el bando del primer golpe republicano, la sublevación de Jaca de 1930, decía: "Artículo único: Aquel que se oponga de palabra o por escrito, que conspire o haga armas contra la República naciente será fusilado sin formación de causa. Dado en Jaca a 12 de Diciembre de 1930". Esto es el terror, puro y duro. Su fracaso les supuso el fusilamiento a sus promotores. Más terror.

Tampoco se sabe ni se recuerda que la República nació de un alzamiento conspirado tras unas elecciones municipales, no generales ni constituyentes, limpias por cierto según el testimonio del anarquista Diego Abad de Santillán, en la que la victoria fue para los monárquicos ni se recuerda el fraude electoral perpetrado desde el gobierno provisional ordenando repetir las elecciones en los municipios donde los monárquicos habían vencido para "republicanizar" los ayuntamientos.

Y así, sucesivamente, no se recuerda ni se sabe casi nada. Ni la temprana quema de iglesias y conventos, ni la elaboración sectaria de una Constitución que dejaba fuera de amparo a media España, ni la censura, ni el cierre de periódicos, ni los golpes de estado perpetrados contra ella (dos de la derecha y seis de la izquierda social-comunista y separatista), los asesinatos políticos, los fraudes electorales como el de febrero de 1936 y los llamamientos a la Guerra Civil de unos u otros, entre muchísimas otras cosas que hoy calificaríamos de barbaridades, que contribuyeron a que la democracia incipiente fuera liquidada por el convencimiento de que sólo un enfrentamiento civil podría deshacer el nudo gordiano español.

El relato oficial social, comunista y separatista se centra en considerar responsables únicos de su fracaso político al grupo de militares que se sublevó el 17 de julio, a los que se trata directamente de asesinos, mientras que se otorga el papel de "demócratas" y "víctimas" a quienes dieron un golpe de estado armado en 1934, a quienes fueron incapaces de ganar una guerra que provocaron, a quienes saquearon el oro público y los dineros privados de los españoles y no defendieron con dignidad ciudades republicanas como Málaga, miseria que provocó una investigación judicial sobre los ministros socialistas, Largo Caballero e Indalecio Prieto. Algunos ejemplos deberían bastar para caer en la cuenta de la fake-story.

Yo no sabía nada de esto cuando con 16 añitos pegaba banderitas republicanas por las calles de Jerez. ¿Por qué lo hice? ¿Por moda? No. Fue por deseo de ser apreciado por unos amigos, creerme moralmente superior y la vanidad de sentirme diferente a la "masa aborregada". Por moda, se dejaba uno el pelo largo, tarareaba a los Beatles y a los Rolling, y se ceñía pantalones acampanados. Efectivamente, fuimos gilipollas, como dice Federico, porque no sabíamos nada y nos creíamos capaces de redimirlo todo.

Pero hoy es posible librarse de la republicafake con un estudio detenido de los hechos básicos y la veracidad civil que puede ser contrastada en diferentes libros y testimonios. La historia y sus hechos son contundentes, a pesar de que haya quienes, una y otra vez, insistan en la cada vez más escandalosa por inverosímil versión de que sólo Franco y los generales —por cierto muchos de ellos republicanos de convicción como Queipo de Llano– fueron únicos culpables de lo que ocurrió. De este modo, ocultan la realidad de una república viciada y escasamente democrática y se niegan a reconocer, examen de conciencia de por medio, su responsabilidad esencial en la tragedia. Pero a estas alturas espero más de los historiadores y estudiosos de oficio que de los "memoriosos" de ocasión.

Temas

En España

    0
    comentarios