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Emilio Campmany

La batalla del 17 de agosto

Hay una batalla que librar el 17 de agosto en el Congreso de los Diputados. Habrá que elegir ese día a su presidente y su Mesa.

Hay una batalla que librar el 17 de agosto en el Congreso de los Diputados. Habrá que elegir ese día a su presidente y su Mesa.
La presidenta del Congreso, Meritxell Batet. | EFE

Los líderes del PSOE y del PP menosprecian al rey atribuyéndose el derecho a intentar la investidura al margen del criterio de éste cuando termine sus consultas. Por supuesto, el Congreso de los Diputados puede rechazar a quien el rey proponga, pero es éste quien decide sin sometimiento a nada que no sean las conclusiones que él mismo extraiga de las consultas que haga a los grupos políticos con representación parlamentaria. Tan inconstitucional es pretender ser propuesto porque se tienen los respaldos suficientes antes de haber sido acreditados ante el rey como exigirlo por ser el candidato más votado, que no necesariamente ha de ser el vencedor de las elecciones, como pasa en cualquier sistema parlamentario.

Pero, antes de que se inicien las consultas y el rey se vea obligado a dar una lección de derecho constitucional a estos dos iletrados, hay una batalla que librar el 17 de agosto en el Congreso de los Diputados. Habrá que elegir ese día a su presidente y su Mesa. En total, 9 miembros. Son quienes decidirán el día a día de la cámara, cuándo ha de comparecer el presidente del Gobierno, cuándo se tramitará tal iniciativa, cómo se ordenará el trabajo y así en adelante. La Mesa está compuesta por el presidente, cuatro vicepresidentes y cuatro secretarios. Para cada grupo de vicepresidentes y secretarios hay sendas votaciones en las que cada diputado vota a un solo candidato. Están tan igualados los dos bloques, que es impensable que el resultado sea distinto de cuatro a cuatro. Así pues, será el presidente quien desempate. Si Junts, como es lo más probable, vota al candidato del PSOE, Meritxell Batet repetirá en el cargo y la Mesa estará apaciblemente controlada por el Gobierno.

Pero, si Junts cree que Sánchez no ofrece suficientes garantías y ve conveniente darle un pescozón para que espabile, su abstención hará que el resultado dependa de la diputada de Coalición Canaria. Que el partido nacionalista gobierne en su comunidad autónoma con el PP hizo pensar que en la investidura votaría en todo caso a favor de Feijóo y, por supuesto, que el 17 de agosto lo haría a favor del candidato del PP a la presidencia del Congreso. Esto obligaba a Sánchez a comprar el voto de Puigdemont también para la elección del presidente de la cámara. Sin embargo, Coalición Canaria ha dicho que, al menos en la investidura, no votará a ningún candidato que Vox apoye y podría incluso votar a Sánchez si extrae de él algún beneficio para su región. Quizá en la votación a la presidencia del Congreso haga lo mismo. ¡Hay que ver lo pronto que aprenden los nacionalistas de toda laya la lección de Jordi Pujol consistente en hacer "la puta i la Ramoneta"! No sé si Feijóo está en condiciones de evitar esta traición amenazando con derribar el Gobierno canario si se consuma. Y, sobre todo, no sé si merecerá la pena considerando que lo más probable es que al final, de un modo u otro, Junts prefiera una Mesa controlada por el PSOE que dominada por el PP. En cualquier caso, un infierno de legislatura. Bienvenidos a Waterloo.

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