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Pedro de Tena

El 98 sigue vivo, ahora por dentro

Los separatistas no quieren la mutilación de España. Los que mueven los hilos saben que de lo que se trata es de ordeñar las tetas de la vaca española.

Los separatistas no quieren la mutilación de España. Los que mueven los hilos saben que de lo que se trata es de ordeñar las tetas de la vaca española.
Junqueras saluda a Sánchez. | Eduardo Parra/Europa Press

Para muchos de los que tuvieron la suerte de estudiar algo de Historia de España, el 98, esto es, el año 1898, fue el símbolo de una gran tragedia española, de la pérdida de Cuba y Filipinas entre otras muchas cosas. Las cabezas principales del Estado y de la cultura fueron conscientes de que lo ocurrido –continuación de los acontecimientos de desgaste sistemático y ejercicios de ceguera desde comienzos del siglo XIX—, era el principio de una crisis nacional de calado profundo.

Tal vez en algún momento de nuestra vida pensamos que esa crisis había acabado. Para unos, terminó con el advenimiento de la II República. Para otros, con el fin de la Guerra Civil. Los hay también que creyeron que la Transición a la democracia impulsada desde el franquismo sanaría el desgarro nacional. Casi 50 años después, estamos comprobando que la crisis del 98 no ha concluido. Sencillamente se ha trasladado del exterior al interior, de la amplia España a la España de origen.

Si en el 98 se perdieron los últimos dominios españoles salvo algunos enclaves en el Norte de África, en este 2023 estamos siendo conscientes como nunca de que la nación-Estado que surgió del reinado de los Reyes Católicos puede llegar a su fin. El discurso regionalista radical, nacido de sucesivas agresiones a la historia y a la verdad, está imponiendo, gracias a su voluntad de poder que a otros le falta y a la miopía cultural de la democracia española, uno de los mayores fraudes políticos de nuestra historia.

No, yo no creo que los separatistas quieran la mutilación de España. Algunos locos sí, claro. Pero los que mueven los hilos saben que de lo que se trata, como se trató en los siglos anteriores, es de ordeñar las tetas de la vaca española (lo del toro vino luego), un símbolo aparecido en Europa hacia 1654 donde todos los enemigos de España mamaban de sus ubres. Lo que importa realmente no es separarse de España, una ruina para sus gerifaltes. ¿Dónde van a vender sus productos Gallina Blanca, Casa Tarradellas, Eroski y otros cientos de grandes empresas? ¿En qué ligas jugarán sus equipos deportivos? Y, sobre todo, ¿quién pagará las facturas de las pensiones y de dónde se sacarán los dineros para mantener sus cargos y privilegios centenarios?

No, no. Se buscarán fórmulas federales y confederales de forma que se ahuyente en las encuestas el fantasma del "separatismo" y se impida el renacimiento de un nacionalismo español (este sí perverso, no los otros). Se trata de seguir succionando la riqueza del resto de España para sobrealimentar a los jefes de las tribus regionales que se están haciendo con el poder sometiendo a la inmensa mayoría de España con el consentimiento y la complicidad del PSOE y la ingenuidad o estupidez de buena parte de sus derechas.

O sea, que yo pertenezco a ese "restoEspaña", la siempre racistamente descalificada desde los delirios de los santones del País Vasco y Cataluña, luego intensivamente explotada como mano de obra barata de emigrante si bien considerada inferior ¡hasta culturalmente! y ahora destinada por los tiranuelos locales que manejan la democracia nacional a ser paganinis de servicios, de infraestructuras y subsidios de las nuevas taifas que nadie sabe en manos de quién están o en qué cuartos oscuros se subasta su destino. Nosotros, a pagar, que es lo nuestro, y siempre lo fue, incluso en la época de Franco.

Ni siquiera el patético exmovimiento obrero, ahora en manos de burocracias socialcomunistas cómplices de la patriasucción, defiende la unidad nacional por razones de solidaridad, igualdad de condiciones y oportunidades y unidad de mercado. Larga marcha del internacionalismo al servilismo localista reaccionario.

No, no. El 98 no ha terminado sino que nos ha infectado por dentro. La gran estrategia de destrucción de la España grande sigue su camino. Esa España no debe recomponerse jamás porque su existencia estorba a bastantes. Además de a los avariciosos y violentos catetos del Norte Nordeste peninsular y estorba a los de siempre, que aún temen sus posibilidades en América por lo que avivan los indigenismos anteriores a la Europa moderna.

Además, es un obstáculo para los añoradores de la invasión de Al Andalus, que esta vez no se detendrán en Poitiers porque no hay Carlomagnos disponibles. Y a otros más, en la sombra y en la compra del tablero del poder.

¿Qué se va a hacer para que España no se despeñe del todo? Acabo de leer que Feijóo busca estrategias de nivel para "combatir a Sánchez". Pues vaya nivel. Yo, restoespañol, ofrezco mis humildes servicios a quien quiera salvarnos y salvarse de este persistente desastre, pero en serio. Absténganse partidos políticos al uso y fanáticos. Qué golpe de caló.

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