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Emilio Campmany

La baza ideológica

Lo que esperan la derecha vasca y catalana no es que el Gobierno español haga políticas de derechas, sino extraer lo que puedan de un Gobierno en minoría.

Lo que esperan la derecha vasca y catalana no es que el Gobierno español haga políticas de derechas, sino extraer lo que puedan de un Gobierno en minoría.
Aitor Esteban. | EFE

La fallida investidura de Alberto Núñez Feijóo ha delatado su futura estrategia, que no es otra que la de conseguir el respaldo de las derechas catalana y vasca. Parte el candidato de la discutible evidencia de que, sin el respaldo de la derecha de esas regiones, no hay forma de que el PP gobierne en España. No se trata de atraer el voto del electorado de Junts y del PNV, sino mas bien de convencer, a largo plazo, no ahora, a esos partidos de que, si no quieren que su electorado les abandone, deben abandonar ellos a Sánchez y dejar de respaldar a su Gobierno de socialistas y comunistas. ¿Es un planteamiento correcto?

Para saberlo, lo primero que hay que hacer es analizar la premisa. La derecha catalana y vasca no vota al PP. Eso es un hecho. Ahora, que sin su respaldo la derecha española no pueda ganar unas elecciones ya no está tan claro. Es lugar común afirmar que fue en Cataluña donde perdió el PP las elecciones generales. Sin embargo, las mismas encuestas que auguraban la victoria del PP, le daban al PSC 18 escaños. Al final, obtuvo 19. No parece que la mejora fuera decisiva. Lo que realmente hizo perder al PP las generales fue que las diferencias con el PSOE estuvieron muy lejos de ser las de las autonómicas de Madrid y Andalucía. Esto fue así porque hay alrededor de cuatrocientos mil electores que en esas dos regiones votaron al PP en las autonómicas y al PSOE en las generales. ¿Por qué? Pues por ejemplo porque les gustan los impuestos bajos que mantienen los gobiernos autonómicos del PP y les encanta cómo revaloriza las pensiones el PSOE. ¿Y qué tiene que ver esto con la derecha catalana y vasca? Nada.

Aún así, no puede negarse que, con el respaldo de esas dos derechas, en la jornada electoral o después, cuando los partidos que las representan voten la investidura, al PP le sería mucho más fácil acceder al Gobierno. ¿Es factible atraer a sus electores o a sus dirigentes con el argumento de que les conviene dejar de promover políticas social-comunistas porque ellos son liberal-conservadores? Aparentemente, así debería ser. Sin embargo, ni una sola vez en lo que llevamos de democracia han apoyado esas derechas a ningún Gobierno por razones ideológicas. Siempre lo han chantajeado. Lo que esperan la derecha vasca y catalana no es que el Gobierno español haga políticas de derechas, sino extraer lo que puedan de un Gobierno en minoría, da igual que sea del PSOE que del PP. Lo que ha cambiado es que antes el chantaje era meramente económico y ahora es independentista, en el sentido de que ya no quieren dinero, sino que exigen pasos hacia la independencia. Y si respaldan al PSOE en vez de al PP, a pesar de haber éste ganado estas elecciones, es porque el PSOE se somete al chantaje y el PP, no. Cabe por supuesto preguntarse hasta qué punto ese electorado quiere de verdad la independencia o tan sólo obtener beneficios económicos a cambio de renunciar momentáneamente a ella. No se sabe. Lo que sí se sabe es que la derecha catalana ya no se conforma con dinero. Y el PNV se sube al tren porque, aunque su País Vasco es ahora más rico que nunca, no pueden decirlo y están obligados a seguir la estela soberanista que marcan los golpistas catalanes. ¿Es lo que quiere su electorado? Si efectivamente su mayoría es sólo independentistas de boquilla, la estrategia de Feijóo dará buenos resultados. El problema es que, si es verdad que en el fondo no quieren dejar de ser españoles, lo disimulan muy bien.

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