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Pedro de Tena

El apocalipsis de Occidente

Se trata de la destrucción de Occidente y la aniquilación de Israel es uno de los pasos.

Se trata de la destrucción de Occidente y la aniquilación de Israel es uno de los pasos.
Manifestaciones a favor de Palestina en París. | EFE

En 2004, Oriana Fallaci, a quien deberíamos erigir un monumento en cada una de las ciudades y pueblos de Euroamérica por su defensa de la libertad y la civilización occidental frente a la barbarie terrorista islámica –eso sí es feminismo de talento y envergadura bien diferente al de quien llama "mongola" a una adversaria menospreciando a las casi 35.000 personas que en España tienen el Síndrome de Down—, publicó un libro al que tituló El Apocalipsis. Antes había publicado, entre otros, La fuerza de la razón que había dedicado a las víctimas del 11-M de Madrid. Sólo por ello algo le debe la capital de España, por rabia y por orgullo.

En ese libro, El apocalipsis, la Fallaci se entrevista a sí misma estableciendo una relación de semejanza entre su cáncer terminal que la llevó a la tumba en 2006 y el cáncer sin cura que ella reconocía en Occidente y que llamaba Eurabia, un mal creciente que denota el objetivo de las fuerzas más inteligentes del Islam mundial de conquistar Europa superando las fronteras de Al-Andalus ocuparla completamente hasta los países nórdicos donde ya hay asentamientos hostiles.

Pero Eurabia no fue un término inventado por esta combativa y virtuosa periodista. Ella misma confiesa que esta palabra, que consideraba terrorífica, era el "nombre de la revistilla que en 1975 fue fundada por los ejecutores oficiales de la conjura: la Association France-Pays Arabes de París, el Middle East International Group de Londres, el Groupe d’Etudes sur le Moyen Orient de Ginebra, y el Comité Europeo de Coordinación de las Asociaciones de Amistad con el Mundo Arabe. Organismo, este último, constituido ad hoc por lo que en aquel entonces se llamaba CEE o sea Comunidad Económica Europea y que hoy se llama Unión Europea.

Como es costumbre, Fallaci fue tratada por la izquierda europea crecientemente alineada con el islamismo radical (véase Podemos y su relación con Irán) como una escritora de extrema derecha que fundaba sus reflexiones en los datos expuestos por Bat Ye'or, seudónimo de la investigadora especialista en islamismo italo-francesa Giselle Orebi (otros la apellidan Littman). A esta mujer la convirtieron en gestadora de una visión "conspiranoica" acerca de la islamización dirigida de la vieja Europa patrocinada desde dentro de la propia Unión Europea.

Pocos recuerdan ya las palabras que el entonces presidente de Argelia, Huari Bumedian, pronunció ante la Asamblea de las Naciones Unidas en 1974: "Un día millones de hombres abandonarán el hemisferio sur para irrumpir en el hemisferio norte. Y no lo harán precisamente como amigos, pues irrumpirán para conquistarlo. Y lo conquistarán poblándolo con sus hijos. Será el vientre de nuestras mujeres el que nos dé la victoria". Esta es la estrategia pacífica que descansa en la ciega tolerancia europea que no quiere comprender que la tolerancia o es recíproca o no es. La violenta es la yihad, el terrorismo, el exterminio planeado, sistemático y desalentador hasta la sumisión total.

La izquierda antisemita, que es casi toda y que hunde sus orígenes en el marxismo y el estalinismo, condena siempre a Israel y pasa de puntillas por los continuos atentados islamistas en Europa. ¿Cuántos atentados judíos se han contabilizado en Europa desde la constitución del Estado de Israel? ¿Y cuántos atentados islamistas se han sufrido en esta Europa incapaz de defender sus raíces y valores?

La realidad es testaruda. En 2015 ya eran muchas las zonas "no-go" ("No entrar") que se extendían por las ciudades europeas. Ese año se publicó en España que "a la entrada de algunos barrios de Londres cuelgan carteles que dicen: "Usted está entrando en una zona controlada por la Sharia: reglas islámicas obligatorias". Y en Francia hay aproximadamente 750 zonas "no-go". Por su parte, el gobierno holandés se ha visto obligado por los tribunales para emitir una lista de "no-go" zonas para el público."

Los barrios más particularmente citados por esta dejadez de los estados europeos eran Molenbeek (Bélgica), Roubaix, al norte de la región francesa de Nord-Pas de Calais, Rosengård, en la tercera ciudad de Suecia, Malmö e incluso el barrio de El Príncipe, en Ceuta. Desde entonces, las zonas no-go han crecido exponencialmente. Recuérdense los incidentes del barrio de Saint Denis en la final europea de fútbol entre el Real Madrid y el Liverpool, por no citar otros muchos ataques terroristas.

Es posible que muchos crean que toda esta visión es exagerada. Pero ahí está la agresión terrorista de Hamás a Israel. ¿Y qué es Israel? Un oasis de democracia y de Occidente, con sus más y sus menos, en Oriente Medio. Se trata de la destrucción de Occidente y la aniquilación de Israel es uno de los pasos.

Hay unos textos de Mohammad Jatamí, ulema chiíta duodecimano y pensador islamista que fue presidente "reformista" de Irán entre 1997 y 2005, que aclaran mucho. Están recogidos en un compendio llamado Civilizaciones perdidas. Aunque aparece como abanderado de aquel diálogo de las civilizaciones que deslumbró al PSOE de Zapatero, luego escribe:

En esta coyuntura nuestra lucha contra Occidente es vital para nuestra supervivencia. Cualquier forma de reconciliación y de apaciguamiento, dada la predilección del adversario por el engaño no conducirá a nada más que a nuestro deterioro y a la destrucción de nuestro orgullo. Debemos luchar contra esto con todo nuestro poder y nuestra victoria está más allá de nuestro alcance. Debemos depender de Alá y pedirle su guía, confiando en nuestra propia identidad histórica que hemos vuelto a ganar a través de nuestra revolución.

¿Cómo nos va a extrañar que la Fallaci desconfiara de la casta política europea, de derechas o de izquierdas? ¿Hay alguien que se atreva a decir y a hacer lo que debe ser dicho y hecho?

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