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Diego Barceló Larran

Empezar a pensar en la regeneración postsanchista

Como país, como sociedad, debemos empezar a pensar en cómo evitar que en el futuro se repita la desgracia actual.

Como país, como sociedad, debemos empezar a pensar en cómo evitar que en el futuro se repita la desgracia actual.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez participa en un acto sobre los mercados de carbono durante la COP28 | EFE

Estamos acostumbrados a las mentiras y falta de escrúpulos de Pedro Sánchez. Sabemos que está dispuesto a lo que sea con tal de seguir en La Moncloa. Pero que el presidente del gobierno de España reciba el agradecimiento (que Sánchez no rechazó) de un grupo terrorista que acaba de cometer atrocidades que no podemos comenzar a imaginar, es la gota que colma el vaso.

Seguramente pensó en contentar a sus socios comunistas y antisemitas. Sin embargo, Sánchez, que habló como presidente de turno de la Unión Europea, insultó en su casa a un país socio y aliado, que está siendo atacado, y generó una crisis diplomática. Lejos de retractarse o matizar sus palabras, insistió en la infamia y, ya de vuelta en España, acusó públicamente a Israel de matar civiles "indiscriminadamente". Dijo que su opinión era cuestión de "humanidad", mientras sus partidarios lo aplaudían de pie, por lo que todos ellos pasaron a ser cómplices de la ignominia sanchista.

El agradecimiento de la sanguinaria banda terrorista Hamás a Pedro Sánchez es un episodio de tal gravedad, que creo que debe marcar un punto de inflexión. La institucionalidad española ha tocado fondo y toca pensar en la regeneración. Como país, como sociedad, debemos empezar a pensar en cómo evitar que en el futuro se repita la desgracia actual: un presidente indigno que mancha el honor y la imagen de España.

No se trata de algo fácil ni que pueda hacerse de un día para el otro. Pero se me ocurren algunas ideas, que deben complementarse con muchas más, para comenzar a poner límites a la demagogia y el partidismo exagerado. Las resumo:

  1. Que forme gobierno aquel partido que obtenga 150 o más diputados (o al menos 135 con una diferencia de 30 o más escaños sobre el segundo). Si no se cumpliera esa condición, que haya una segunda vuelta entre los dos partidos más votados (siempre que hayan obtenido al menos 70 escaños cada uno). En los demás casos, se deberían repetir las elecciones. Esto evitaría el mercado persa de la investidura, como el que acaba de producirse, y reduciría la atomización del Congreso.

  2. Para limitar la subasta en que se ha convertido el proceso de aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, que los mismos tengan una duración de dos años.

  3. Para potenciar la independencia judicial, que un juez que sea candidato a cualquier cargo electivo o sea designado ministro o consejero autonómico, deba retirarse para siempre de la carrera judicial.

  4. Que cualquiera que haya formado parte de un ejecutivo nacional o autonómico quede inhabilitado a perpetuidad para formar parte del Tribunal Constitucional.

  5. Que el Fiscal General del Estado sea designado con el voto favorable de al menos el 60% de los diputados, que dure en su cargo 10 años y que su mandato se prorrogue automáticamente por dos años si el final del mismo ocurriera dentro del primer año de un nuevo gobierno.

  6. Para fomentar la independencia del periodismo y evitar la aparición de medios amparados desde el poder, que los recursos procedentes, directa o indirectamente, del sector público, por todo concepto, no puedan superar el 15% de los ingresos totales de los medios de comunicación privados.

  7. Que los medios de comunicación públicos tengan prohibido emitir informativos.

  8. Que al menos seis meses antes del final de la legislatura y durante las campañas electorales queden prohibidos, entre otros, los actos de inauguración o anuncios de obras públicas y la aprobación de nuevos subsidios.

  9. Que las retribuciones del presidente, ministros, todos los cargos electivos, salarios públicos y pensiones se actualicen en la misma medida, que sería la evolución del salario medio del sector privado, para quitarlas del ámbito político y porque es lógico que las percepciones de todos aquellos no crezcan más que los salarios de quienes se los pagan.

  10. Que el incumplimiento de determinadas metas en cuanto a deuda pública, gasto público y déficit fiscal inhabiliten legalmente a un presidente y sus ministros a repetir en el cargo; los políticos deben comenzar a sufrir las consecuencias de su propia ineptitud.

Por Diego Barceló Larran, director de Barceló & asociados (@diebarcelo)

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