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EDITORIAL

¿Qué tiene que pasar para que se una la oposición?

Este mismo jueves hemos visto otra lamentable muestra de cómo los dos partidos de centroderecha han actuado sin una mínima coordinación.

A la luz de las últimas y gravísimas revelaciones sobre las campañas mafiosas que la socialista Leire Díez realizaba, según un testigo, por encargo de Pedro Sánchez y Santos Cerdán, muchos españoles se están preguntando qué tiene que pasar para que caiga el Gobierno en España.

Ciertamente, la pregunta es pertinente: como ya hemos dicho en muchas ocasiones, los escándalos que han sacudido Ferraz y Moncloa habrían bastado para provocar la dimisión del presidente en cualquier país civilizado: por poner sólo dos ejemplos, es inimaginable que cualquier otro líder político occidental se mantuviese en el cargo con su mujer o su hermano imputados en sendas causas penales que tienen que ver con su ejercicio del poder. Pero Pedro Sánchez sigue, inasequible al tremendo coste que su actitud numantina tiene para las instituciones y, como hemos visto, tratando de desmontar las causas legales por las malas o por las peores.

Hay, además de su completa inmoralidad y falta total de escrúpulos, otras razones para que Sánchez logre resistir en Moncloa: la existencia de un ecosistema de medios de izquierdas enfermos de sectarismo y dispuestos a tragar con todo o la ineficacia de la oposición son dos de ellas.

En este sentido, igual que es pertinente preguntarse qué puede hacer caer a Sánchez, no pocos españoles se hacen una cuestión similar, pero sobre el otro lado del espectro político: ¿qué tiene que pasar para que se una la oposición? Este mismo jueves hemos visto otra lamentable muestra de cómo los dos partidos de centroderecha han actuado sin una mínima coordinación: el PP ha convocado una manifestación, lo que parece una idea razonable dadas las circunstancias, pero aparentemente lo ha hecho por libre, sin tener en cuenta a Vox y sin una llamada previa siquiera por cortesía.

Y los de Abascal, por su parte, han demostrado la nula grandeza de miras que viene siendo marca de la casa: en lugar de sumarse a la convocatoria popular y hacerla también suya, aunque fuese sin una invitación previa del PP, el propio Abascal ha anunciado que no estarán en la movilización en un comunicado completamente descabellado en el que se critica a Feijóo tanto como a Sánchez. Y para colmo le dice que "no es la hora de asambleas ni manifestaciones de partido" para anunciar poco después su asistencia a una convocatoria que han generado en redes sociales organizaciones y cuentas extremadamente cercanas a Vox.

Lo hemos dicho mil veces, pero lo diremos mil o diez mil más si es necesario: si de verdad la situación de España es desesperada, que lo es, si de verdad Pedro Sánchez está inmerso en una deriva para acabar con la democracia, que lo está, PP y Vox no pueden quedarse en rencillas de partido que lo único que sirven en para darle oxígeno al Gobierno más inmoral y corrupto de la historia. Es hora de que señalen y combatan al verdadero enemigo de la nación del Estado de derecho y de que lo hagan sin perder ni un gramo de fuerza ni un segundo en sus luchas intestinas.

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