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Agapito Maestre

¡Desilusión democrática!

Debe quedar claro que no hay desafección democrática. Eso sólo existe en la ideología retorcida del gobierno de Sánchez. Por el contrario, porque los españoles quieren más y mejor democracia

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una declaración junto al mandatario inglés Kier Starmer. EFE/EPA/BETTY LAURA ZAPATA / POOL | EFE

Los españoles no están cansados de la democracia. Están hartos de los políticos corruptos que la envilecen. Y, sin embargo, vuelve a los medios de comunicación un viejo engaño de la izquierda española: "A los españoles no les gusta la democracia". Los titulares de los medios de comunicación sanchista, empezando por RTVE, reiteran hasta la saciedad que los españoles no somos demócratas. ¡Qué sabrán ellos de democracia! Cuya única misión ha sido maltratarla, o sea, hacerla desaparecer. La democracia para este personal no es otra cosa que un "método" para imponer un sistema comunista, donde el individuo, el ciudadano, es pisoteado por un Estado al servicio del Partido. Así fue en la Segunda República y así está siendo ahora con el régimen sanchista. Porque nada saben de democracia y mucho de propaganda para hacerse pasar por "demócratas", recurren de vez en cuando, es decir, cuando se ven acorralados por la protesta popular, a uno de los engaños que siempre les ha funcionado. Vieja es la abstracción, pero desgraciadamente tiene efectos demoledores: "Los españoles no son demócratas. Gritan por todas partes contra los políticos y no respetan las instituciones". Éste es el principal lamento del presidente del Ejecutivo, gracias al voto de los exterorristas y los golpistas, porque le gritan por todas partes y se acuerdan de su madre. Nada puede esperarse, dice el truchimán de la Moncloa, del pueblo que lo insulta en público con el grito: "Sánchez…"

Por ese camino de lloros y lamentos, de agitación y propaganda por una abstracta democracia, pretenden instalar en las cabezas de los más estúpidos que "nos hemos cansado de la democracia". Han vuelto hacer operativo el viejo ideologema, la falsedad, en fin, el engaño de la casta mediática de la izquierdona española, casi toda ella tan totalitaria como el comunismo y el socialismo del que procede, a saber, en España no hay espíritu democrático. ¡Atracadores de pacotilla! Ni saben que es el espíritu ni menos la democracia, pero ellos lo repiten como papagayos: cunde el desencanto democrático por todo el país. Han vuelto a los métodos propagandísticos más abyectos de su abyecta historia: culpar de sus fracasos a los españoles por antidemócratas. Y lo grave, insisto, es que les funciona; sí, en propaganda el totalitarismo aventaja y por muchos dígitos a los demócratas. La mentira es su seña de identidad. Por eso, no paran estos cuentistas del gobierno y sus adláteres, entre los que se cuentan muchos obtusos de la derechona de siempre, en estigmatizar a la ciudadanía que sale a la calle a gritar "me gusta la fruta" por antidemocrática.

El sanchismo de hoy, esa alianza perversa entre el partido perdedor en las elecciones del 2023, el PSOE, con los separatistas y exterroritas de Cataluña y País Vasco, acusa a la ciudadanía más desarrollada del país de antidemocrática. Esta vieja cantinela de los totalitarios que ponen en circulación los escritorzuelos del sanchismo, cuando están al borde del precipicio, tiene que ser respondida tanto en términos intelectuales como políticos. Ellos no son demócratas ni creen en otra política que no sea el exterminio del adversario. Se pasan por el forro de sus caprichos el balance de poderes y desconocen por completo la autolimitación de los gobernantes en el ejercicio del poder.

Por lo tanto, debe quedar claro que no hay desafección democrática. Eso sólo existe en la ideología retorcida del gobierno de Sánchez. Por el contrario, porque los españoles quieren más y mejor democracia, exigen la dimisión del jefe de todos los corruptos (algunos en prisión, otros imputados, procesados o investigados), aunque él no fuera corrupto (cosa que está por ver). Quien pide la dimisión de Sánchez, entre los que se cuentan miembros de su partido, por ejemplo, Emiliano García Page, es un demócrata; el resto es propaganda. O sea ningún español de bien está cansado de la democracia. La desilusión sobre la democracia que el sanchismo pretende instalar en el "imaginario colectivo" de España es filfa, un vulgar y grosero mecanismo de propaganda para matar lo que queda de democracia. ¿Qué sabrá el sanchismo del sistema democrático? Jamás la izquierda pensó, teorizó, sobre el poder emancipatorio de la política, y menos aún de la democracia, para la especie humana, pero ahora engola la voz y se queja de que los españoles estamos cansados de democracia. ¡Majaderos!

Este personal habla con superioridad moral de democracia, se dice pronto, como si ellos la hubieran inventado. ¡Hipócritas! A Marx, por poner un ejemplo relevante entre los teóricos de la izquierda mundial, jamás le interesó la política como mecanismo de resolución de conflictos y, por supuesto, despreció la democracia. Todo lo fiaba al rollo de la economía. Y la revolución. Pero, ahora, vienen estos hijos de la izquierdona totalitaria a darnos lecciones de democracia. Que se las den a su padre… Ya está bien de tanto rollo. Sus periódicos, sus periodistas, sus escritores, en fin, toda la faramalla de junta-letras que pululan en torno a Sánchez, el político más deslegitimado de la UE, pueden seguir mintiendo, todo lo que quieran, pero yo siempre me reservaré el derecho de llamarles por su nombre: propagandistas de la revolución. Del terror. Y eso, ay, no es un virus maligno sino el entierro definitivo del triste sistema político españo

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