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EDITORIAL

Una mala noticia, pero no una derrota

Aunque no estamos ante una derrota definitiva, debemos extraer una conclusión clara de todo esto: Europa no puede hacer lo que no hacemos nosotros.

No hay que engañarse al respecto: los dictámenes del abogado del Tribunal de Justicia de la UE que se han publicado este jueves son una mala noticia y, de seguir su criterio, la inmoral e inconstitucional Ley de Amnistía podría recibir el refrendo de las instituciones europeas, lo que sería un golpe duro para lo poco que queda de democracia en España y un precedente extremadamente peligroso para el resto de la Unión.

Sin embargo, aunque lo más habitual es que los dictámenes del abogado del TJUE adelanten las decisiones finales de la institución, hay que recordar que estos no son vinculantes y no siempre ocurre así. Además, en este caso concreto llama la atención que el abogado ha pasado de puntillas sobre el fondo de la cuestión –si un gobierno puede amnistiar, por puro interés político, a los condenados por delitos muy graves– algo que los miembros del tribunal no podrán hacer.

Por otro lado, conviene no olvidar tampoco quién es el abogado que ha dictado esas resoluciones y, por desgracia, es un viejo conocido de la Justicia española: Dean Spielmann presidía en 2013 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) que condenó a España por la doctrina Parot, lo que propició la salida de la cárcel de decenas etarras condenados por múltiples asesinatos, tras cumplir en algunos casos penas completamente ridículas.

Dean Spielmann, el jurista que tumbó la doctrina Parot y liberó a más de sesenta terroristas

Hay, por tanto, un pequeño espacio para la esperanza: quizá los jueces del TJUE no sean contrastados enemigos de España, de la Justicia y de la democracia, como Spielmann ha demostrado ser ya en dos ocasiones. Y, sobre todo, puede que no cierren los ojos ante una evidencia que no es opinable, porque todos lo vimos en directo: el hecho de que la Amnistía fue fruto de un pacto explícito para mantener a Pedro Sánchez en Moncloa, algo que las dos partes firmantes asumieron y reconocieron en todo momento.

No obstante, y aunque insistimos en que no estamos ante una derrota definitiva, debemos extraer una conclusión clara de todo esto: Europa no puede hacer lo que no hacemos nosotros ni suplir a nuestras instituciones. Dicho de otro modo – y esto tampoco es eximir de su responsabilidad al TJUE–, los que hemos puesto a Pedro Sánchez en el poder hemos sido los españoles, los que hemos consentido la degeneración política y de las instituciones que está suponiendo este Gobierno hemos sido los que no nos hemos enfrentado a él, ni en las urnas cuando hemos tenido oportunidad, ni con todas las demás herramientas democráticas que tenemos a nuestro alcance después.

Y esto, por supuesto, aplica a los partidos de la oposición y a muchos medios de comunicación, pero también a una ciudadanía anestesiada, que cree que preocuparse de lo que ocurre con su nación es complicarse la vida o, peor aún, cosa de fachas, y que no asume como debería la responsabilidad que exige el ejercicio de la libertad, sobre todo cuando está amenazada, como lo está ahora en España.

Finalmente, lo más importante es que en días como este jueves en los que es fácil caer en el desánimo la reacción sea exactamente la contraria: ahora más que nunca, y todavía más si al final el TJUE confirmase la tropelía, la Libertad y España merecen que sigamos luchando por ellas.

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