Nadie ha descubierto hasta ahora la fórmula de hacer una tortilla sin romper los huevos ni servir un helado frito. Los ministros argentinos del FREPASO (Frente País Solidario), fuerza política coaligada con el Partido Radical del presidente Fernando De la Rúa, parecen soñar con ello y por eso han dimitido, para poner de manifiesto su oposición al Plan de Ajuste lanzado por el nuevo ministro de Economía, el liberal López Murphy. Para un radical de izquierda un liberal es algo parecido a lo que representa para una monja clarisa Belcebú y el ángel caído.
El Plan trata de reducir en dos mil millones de dólares el gasto público durante el presente año para cumplir con las metas pactadas con el FMI hace meses. Entonces, a estos caballeros ministros les había parecido muy bien el pacto que el presidente De la Rúa tuvo que pelear con el FMI para sacar al país del atolladero. Pero, una vez conseguido el dinero fresco, que le den morcilla al presidente y al Fondo: nada de sacrificios ni de austeridades, viva el despilfarro y el jolgorio inflacionista de otras épocas.
El presidente De la Rúa acaba de describir la situación socio-económica de su país como “crítica y difícil”, algo que todos los argentinos sienten y sufren. Para ello ha pedido a todos, ciudadanos y políticos “responsabilidad y patriotismo”. La responsabilidad de estos ministros o ex ministros consiste en largarse con viento fresco cuando la ocasión la pintan calva como hizo también el vicepresidente y máximo líder del Frente, el “Chacho Alvarez”.
Tras el plantón brillan naturalmente razones electorales — hay legislativas a la vista y en el 2003, presidenciales— pero, sobre todo, una forma de entender la política que recuerda los peores momentos de Raúl Alfonsín, el triste presidente argentino que tiró la toalla antes de cumplir su mandato y prefirió dejar al país a la deriva en vez de asumir sus responsabilidades de ciudadano y jefe del Estado. De tal palo, tal astilla.
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