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Alberto Míguez

Diga “daoqian”

La negociación chino-norteamericana sobre el avión espía EP3 Orion se encuentra en la fase semántica. Tal vez la más delicada, seguramente la más difícil. En China, las palabras son algo más que signos: reflejan contenidos e intenciones, primeras y segundas.

Por ejemplo, la parte norteamericana incluyó en su primer borrador de disculpas la palabra “baoqian”, que significa más o menos “lo lamentamos, lo sentimos”, pero sin aceptar la responsabilidad plena de la acción (violación del espacio aéreo chino, derribo de un avión de caza y muerte del piloto) y asumiendo la culpa. El Gobierno chino consideró que la frase no llegaba y solicitó una expresión más clara y explícita: “daoqian”, la responsabilidad es nuestra, la lamentamos. En Washington rechazaron la fórmula.

La negociación se encuentra, pues, en el “grado cero” de la palabra. Cada parte busca una nueva fórmula, una frase, un circunloquio que exprese lo conveniente sin que nadie pierda la cara. Algo casi imposible.

Tras esta curiosa y premiosa negociación late el verdadero objetivo chino: conseguir un compromiso que consagre el fin de todos los vuelos de los aviones-espías norteamericanos frente a sus costas o cerca de su territorio.

Este compromiso no puede ser aceptado por el Pentágono, aseguran en Washington, máxime cuando la tesis oficial norteamericana es que el choque con el caza se produjo en el espacio aéreo internacional. A lo máximo que han llegado el presidente Bush y el secretario de Estado Powell es a “lamentar” el fallecimiento del piloto y transmitir sus condolencias a la viuda.

Los chinos no tienen prisa –la paciencia es una cualidad oriental que en Occidente se entiende mal– y los norteamericanos no quieren aceptar el chantaje: temen que si la negociación se eterniza, las consecuencias sobre las relaciones con China sean irreversibles. En realidad, estas relaciones están bajo mínimos. Pero en política todo es susceptible de empeorar.

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