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Alberto Míguez

Jonás Savimbi


De campeón del anticomunismo a rebelde sin causa

Jonás Savimbi, cuya muerte se anunció este viernes por la tarde tras un enfrentamiento entre una columna de la UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola) y otra gubernamental, luchó durante más de 40 años en el “mato” (la selva), primero contra los ocupantes portugueses y después contra el Gobierno del movimiento marxista-leninista MPLA (Movimiento Popular de Liberación de Angola) de Agostinho Neto y, posteriormente, de su sucesor José Eduardo dos Santos.

El MPLA llegó al poder aupado por las tropas cubanas y con la ayuda nada despreciable de los “consejeros” soviéticos. Pero durante más de veinte años no pudo vencer a este extraño personaje culto (era doctor en Sociología por la Universidad de Lausanne) extravertido y carismático a quien seguían ciegamente sus paisanos onvimbundus (la tribu mayoritaria del sur de Angola) con quienes aparentemente ha caído combatiendo.

Savimbi fue durante los años setenta y ochenta el paradigma del guerrillero anticomunista a quien ayudaban Suráfrica y Estados Unidos. Pero tras la caída del Muro su rebelión dejó de interesar a Occidente, que terminó olvidándolo en Juba, la minúscula capital de su ejército en plena selva, donde recibía a sus huéspedes y amigos (yo lo entrevisté en dos ocasiones allí) rodeado de una guardia pretoriana dispuesta a morir por él y de sus innumerables parientes, primos, tíos, cuñados y, probablemente también, hijos.

Tras la “reconversión” política de su enemigo principal, el presidente vitalicio de Angola Dos Santos, Savimbi no tuvo más remedio también que cambiar de ideas y de proyecto, dejar el fusil e incorporarse a la incipiente vida política angoleña tras unas elecciones inciertas donde sus seguidores consiguieron resultados sorprendentes. Pero Dos Santos sabía mejor que nadie que Savimbi era “irrecuperable” e incorruptible, difícil de integrar en ese patio de Monipodio que es hoy la Angola controlada por el gobierno de Luanda, un ejecutivo en manos de los postcomunistas enriquecidos por el petróleo y los diamantes de un país miserable y con recursos enormes.

En un momento dado, Dos Santos y sus generales organizaron una noche de San Bartolomé para liquidar a los restos de la UNITA que habían sido suficientemente ingenuos para creer en el juego político inventado por los excomunistas. Fueron entonces liquidados los principales jefes de la organización, entre ellos el sobrino y potencial sucesor de Savimbi, el “general” Salupeto Pena. Savimbi salvó la vida de milagro, huyó de nuevo a la selva y reorganizó la guerrilla que a partir de entonces (1990-1992) reanudó la lucha armada contra el poder de Dos Santos y sus generales, especialmente el general Matos, patrón mayor del Ejército, hoy dedicado a los negocios en Londres.

Actualmente, la UNITA controlaba un tercio aproximadamente del territorio angoleño, pero estaba claro que la decadencia se había iniciado y que su supervivencia estaba amenazada pese a las incursiones letales en zonas gubernamentales. Savimbi participaba en estas incursiones: sus hombres sabían que nunca los abandonaría y que en combate sería siempre el primero, su coraje era legendario y su audacia temeraria. Ha muerto con las armas en la mano, defendiendo una confusa doctrina panafricana y comunitaria de inspiración cristiana al lado de los soldados de su tribu y con uniforme de soldado, lo que fue durante la mayor parte de su vida. Dos Santos y sus compadres pueden ahora cometer, con toda impunidad, todo tipo de tropelías y excesos como vienen haciendo en los últimos veinte años. Mañana será día de fiesta en Luanda.

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