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Alberto Míguez

La paz imposible

El gobierno sudanés anunció hace días que rompía su participación en las negociaciones de paz con la guerrilla “animista-cristiana” del Sur del país (SPLA, Ejército de liberación de los pueblos del Sudán) tras haber roto la tregua este grupo y conquistar la localidad de Torit,que constituye la llave del Sur sudanés, mayoritariamente poblado por poblaciones negro-africanas.

Ha sido precisamente en este territorio donde las organizaciones humanitarias han liberado a cientos de niños esclavos, convertidos a la fuerza en soldados de la guerrilla. Estos usos parece que se mantienen aunque el mando guerrillero lo niegue tajantemente.

Tras casi veinte años de guerra civil en el Sur, el pasado 17 de junio el gobierno de Jartum aceptó reunirse en Machakos (Kenia) con el dirigente máximo de la guerrilla, “coronel” John Garang para discutir un plan de paz que preveía una autonomía de seis años para la región sur y, posteriormente, un referéndum para decidir si los sudistas se constituían en país independiente o seguían bajo la soberanía arabo-islámica del Norte.

Obsérvese la semejanza del plan de paz sudanés con la que ofrece Marruecos al Frente Polisario y a los saharauis,en general bajo el patronazgo de Estados Unidos, más conocido como el “Plan Baker”. Los USA patrocinan también las negociaciones Inter-sudanesas junto a la “Agencia intergubernamental de los paises de Africa del Este”, dependiente de la Unión Africana.

Pero los guerrilleros de Garang han preferido utilizar el “método palestino” de negociación consistente en atacar (o lanzar la intifada II) mientras se habla. Ese método ha sido catastrófico para Arafat y sus amigos como el tiempo se encargó de demostrar.

El régimen sudanés que encabeza el general Al Bachir y que inspira el “teólogo” Hassan El Turabi, un fanático islamista ahora en arresto domiciliario, ha decidido dar una lección a los guerreros animistas y recuperar la localidad conquistada que abre el camino hacia Juba, la capital del sur en guerra.

El jefe del estado mayor del ejército regular sudanés declaró que están dispuestos a demostrarles a los guerrilleros que “la vía militar no les conducirá a ninguna parte”.

Para el general Mohamed Bachir Suleimán, las operaciones de respuesta no terminarán hasta que concluyan las hostilidades en toda la zona. Sólo así habrá nuevas negociaciones.

Claro que las diferencias entre el Norte y el Sur del Sudán no son únicamente de carácter territorial, la cosa es más profunda: en el Norte hay un régimen islámico intransigente y en el Sur las poblaciones son cristianas o animistas. Estas poblaciones se oponen desde hace mucho a la extensión de un Islam fanático y demoledor,por eso uno de los capítulos de las negociaciones en curso trataba de la separación del Estado y de la religión, un principio que los musulmanes de todo el mundo rechazan con ferocidad y sobre el que no quieren oír ni hablar

El sur del Sudán se ha convertido en la última frontera de esta lucha de civilizaciones de la que hablaba Samuel Huntington y que tantos sinsabores le costó. Sólo así cabe entender un poco esta paz inalcanzable y lejana.

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