En Guinea Ecuatorial, todo poder y toda legitimidad (es un decir) proviene del ex sargento (hoy mariscal: ascenso meteórico) Teodoro Obiang, dictador supremo y vitalicio.
Gabriel Mba, alcalde de Malabo, es cuñado de Obiang y, por tanto, hace lo que le viene en gana: detiene, encarcela, cierra o clausura lo que le apetece sin cortarse un pelo y sin que tiemble el misterio y, ni mucho menos, el mariscal.
Hace días Mbá recibió con todos los honores al alcalde de Madrid, Alvarez del Manzano, que viajó al lejano país africano con dádivas y sonrisas: varios camiones de basura y uniformes de guardia municipal.
Convendría que Manzano escogiese un poco mejor sus viajes e interlocutores porque el simple hecho de estrechar la mano de un individuo como Mba constituye una torpeza monumental en un munícipe elegido democráticamente y que representa a los demócratas españoles.
Mba ganó la alcaldía de Malabo gracias a un pucherazo. Hay compañías y frecuentaciones que conviene obviar. Manzano debería saberlo.
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