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Alberto Míguez

Los asesinos, entre nosotros

Tálence es un barrio residencial próximo a Burdeos y forma, con otras localidades del extrarradio bordelés como Bégles, Gradignan, Vilenave d’Ornón y Merignac, la CUB (Comunidad urbana de Burdeos) que preside el ex-primer ministro francés y alcalde de la ciudad del vino, Alain Juppé. En Tálence se encuentran localizadas la mayoría de las Facultades de la muy prestigiosa Universidad de Burdeos, entre ellas la Facultad de Letras y su también muy destacado Instituto de Estudios Ibéricos, que hace mucho años dirigió don Claudio Sánchez Albornoz y hasta hace poco, uno de los más reconocidos hispanistas galos, Joseph Péres. Vivo intermitentemente en Tálence (entre Talance y Madrid, para ser exactos), desde hace nada menos que treinta y cuatro años, de modo que creo conocer bien el barrio y sus gentes.

Hace unas horas, fuerzas conjuntas de la Gendarmería francesa y de la Policía española detuvieron a los dirigentes máximos de la estructura criminal de ETA en Francia, directamente responsables de varios asesinatos. La detención se produjo a unos metros de mi casa, en el parking de un supermercado. Después, Juan Antonio Olarra y Ainhoa Múgica fueron trasladados al apartamento que habitaban hace unos meses y durante horas las fuerzas de seguridad hicieron un registro a fondo. Tras permanecer en la Comisaría central de Burdeos serán traslados a Paris, donde les espera el nada tolerante juez anti-terrorista Jean-Lous Bruyére.

La detención se produjo a última hora de la tarde, fue muy rápida y sólo en los informativos de medianoche se dio información sobre ella. Ni siquiera el diario de Burdeos y su región, el veterano “Sud Ouest”, publicó la noticia en su edición de este martes, 17 de septiembre.

El portero de la “Residencia Gambetta”, un bloque de apartamentos más bien modesto, aseguró a los periodistas que no conocía a los detenidos, jamás los había visto ni oído. Pero los vecinos, sí. Hasta el punto de que fue gracias a una denuncia presentada por uno de ellos a causa de ciertas “actividades dudosas” y “tapage nocturne” (ruido nocturno) de los locatarios por lo que la Policía francesa inició un control más estricto, aunque es muy probable que previamente contase ya con la información proporcionada por la Policía española y la Guardia Civil. El seguimiento policial de esta pareja sangrienta se inició hace tres meses. Y todo indica que los contactos de Ainoa Múgica con los comandos “legales”, a quienes entregaba dinero y armas, han sido convenientemente registrados.

Obviamente, los pacíficos residentes de Talance –predomina la tercera edad y los estudiantes universitarios– jamás hubieran sospechado que dos asesinos de tan larga y siniestra historia compraran y se pasearan por el barrio, aunque muchos recuerdan todavía que apenas a un kilómetro de aquí, en el llamado “barrio español” del centro urbano de Burdeos, fue detenida otra asesina de ETA, la “Tigresa”. Su compañero, un francés algo despistado y más bien cornudo, dice haber descubierto las actividades de su amante cuando la Policía derribó la puerta del apartamento una madrugada.

La detención de Olarra y Múgica servirá al menos para que algunos de mis convecinos acaben entendiendo lo que es el terrorismo etarra y por qué el Gobierno de Madrid presiona al de Paris para que controle, persiga y detenga a los pistoleros y sus capos instalados en el hexágono galo. Muchos empezarán a sospechar que el terrorismo vasco no es algo que les sucede solamente a los vecinos del sur: es también un fenómeno local, próximo e indeclinable al que se debe poner fin cuanto antes.

En las detenciones de hace unas horas al lado de mi casa hay un aspecto feliz que conviene celebrar, aunque no sea nuevo: una vez más se ha demostrado que la cooperación policial hispano-francesa, funciona. Todo es mejorable, desde luego, pero tras tantas decepciones y amarguras, tantas incomprensiones y malentendidos transpirenaicos, se trata de una excelente noticia. Ojalá haya más y muy pronto.

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