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Alberto Míguez

Visita inoportuna

Pocas ocasiones más inoportunas hubiera podido escoger el presidente del Gobierno español para visitar Israel como la gira que celebra ahora. Con el extraño prurito de ser el primero de los dirigentes europeos en saludar al recién elegido nuevo primer ministro, Ariel Sharon, Aznar llega a Tel Aviv en un momento especialmente delicado para la cocina política local: cuando las dos grandes fuerzas del país discuten la posibilidades de formar un gobierno de coalición o unión nacional y cuando la violencia ha vuelto a estallar con ferocidad entre palestinos y las fuerzas armadas de Israel.

No parece, desde luego, la mejor oportunidad para mantener con Sharon una conversación pausada sobre el futuro del proceso de paz, ni tampoco está Aznar en condiciones para sugerir a su interlocutor –a quien no conoce-- que acepte todos los acuerdos diseñados previamente a su elección, algo a lo que no está dispuesto, como ha repetido hasta la saciedad el viejo general “Arik”, como lo conocen sus próximos.

La efectividad de una visita mal preparada e improvisada puede calcularse. Todo indica que el presidente español ha picado el anzuelo que astutamente le tendió Arafat animándole a que traslade a Sharon un proyecto de negociación hoy por hoy imposible y defienda un punto de vista tan irreal como inoperante. Aznar ha jugado el papel de “explorador” en una expedición cuyo final es tan aleatorio como imprevisible porque el triunfante líder del Likud ha dicho ya por activa y por pasiva que no se siente comprometido con los acuerdos parciales aprobados en la cumbre de Taba entre israelíes y palestinos. Con la agravante de que su antecesor, Ehud Barak, ha declarado también que desde su punto de vista estos acuerdos tampoco comprometen al nuevo gobierno.

Pero la cosa no termina ahí. El presidente egipcio ha tirado por tierra de un soplamocos uno de los proyectos más queridos de la diplomacia española, repetir la “Conferencia de Madrid” diez años después. Ni es el momento ni serviría para nada, declaró Mubarak. Más claro, agua.

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