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Alberto Recarte

Malas y desconcertantes estadísticas

La encuesta sobre población activa del cuarto trimestre de 2000 ha sido un mazazo sobre las perspectivas de crecimiento del empleo en la economía española.

El dato de paro registrado correspondiente al mes de enero de 2001 –que se conoció la pasada semana—, con un crecimiento de alrededor de 60.000 personas en esa situación, podría tener otras causas que la desaceleración en el crecimiento y las expectativas. Podría obedecer a un alto crecimiento de la población activa, al efecto del mal tiempo en la construcción y a la legalización de inmigrantes, entre otras posibles causas.

Pero el dato del cuarto trimestre de 2000, en relación con el anterior, el tercero, sobre la base de la encuesta de población activa, la más ajustada a la realidad y la más homologable con el resto de las europeas de las que miden el desempleo, es especialmente malo. Según esa estadística, en el cuarto trimestre descendió el número de ocupados en nuestra economía en 10.700 personas, y el paro disminuyó en 22.400 personas porque la población activa lo hizo en 38.900.

Es muy posible que los temores al enfriamiento, a la influencia negativa de la evolución de la economía norteamericana, hayan desanimado a los empresarios a contratar mano de obra adicional, pero que también haya descendido la población activa es un dato desconcertante.

Las cifras anuales, el cuarto trimestre de 2000 sobre el mismo período de 1999, son espectacularmente positivas, pues reflejan la creación de 569.400 nuevos puestos de trabajo, pero el dato del cuarto trimestre en relación con el tercero es sorprendente y descorazonador.

Habrá que esperar a tener otros datos adicionales, pero es posible que hayamos entrado en una fase –hasta que se aclare cuál es la situación de la economía norteamericana y cómo afecta a la europea— en la que los empresarios van a intentar atender la demanda con una mayor utilización de la mano de obra ya empleada, por lo que veremos, por primera vez en muchos años, un crecimiento aparente –estadístico— de la productividad, con un estancamiento del número de los empleados.

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