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Alicia Delibes

El silencio de los corderos

Una de las características de la filosofía político-pedagógica que impregna la LOGSE es el no conceder importancia a los contenidos de las asignaturas. No importa lo que se tenga que enseñar, lo que importa es cómo se haga y la actitud que se consiga crear en el ánimo del niño y del adolescente ante ciertos conocimientos.

Cuando los profesores de matemáticas conseguimos, que no fue fácil, que los logsistas explicaran el por qué de aquel “curriculo” en el que unos difusos e inconcretos contenidos quedaban ocultos tras grandilocuentes consejos pedagógicos que aparecían bajo los epígrafes de “procedimientos y actitudes”, lo hicieron con una magnífica frase: “No se debe perder el tiempo enseñando a los niños a sumar fracciones ya que el día de mañana de nada le servirá a un individuo saber cuánto es1/3 más 1/6. Lo que realmente importa es que sepan que tras un satélite hay matemáticas.”

Sentencia que oculta la declaración de incompetencia más extraordinaria que he visto jamás. Si hasta ahora se ha enseñado mal la aritmética elemental, adoptar como el mejor sistema pedagógico el no enseñarla, el vaciarla de todo su contenido, es la irresponsabilidad mayor que pueda uno imaginar.

Casi todos los profesionales de la enseñanza de las matemáticas reconocen en los pasillos, en los cafés y en las pequeñas reuniones que por el camino de la eliminación de los contenidos y la potenciación de los métodos “lúdicos” de enseñanza se aumentará, si es que todavía puede aumentar, el analfabetismo numérico de la población.

Sin embargo cuando la semana pasada la secretaria general de Educación reunió a distintos grupos de profesores de instituto y universidad para pedirles su opinión sobre el proyecto de los nuevos programas, el silencio de los profesores de matemáticas allí convocados fue casi general.

Sólo se oyó la voz de los dos o tres profesores de secundaria, de sobra conocidos por su activa participación en la anterior elaboración de los “desarrollos curriculares de matemáticas” de la LOGSE y, como era de esperar, fue para quejarse de la falta de interés del nuevo equipo ministerial por los “procedimientos y actitudes” que antes figuraban en los programas. Para ellos el ministerio jamás debe imponer lo que hay que enseñar aunque, incomprensiblemente, creen que lo que sí debe imponer es cómo se debe enseñar.

Aunque resulte increíble sólo se puede explicar este silencia por el miedo que hay entre el profesorado a criticar en público cualquier aspecto, por inofensivo que parezca, de la LOGSE. La oposición al que fue el gran parto socialista en materia educativa es asunto, hoy por hoy, políticamente incorrecto y en el mundo de la educación la corrección política se ha convertido en una ley inviolable.

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