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Carlos Semprún Maura

Correr despacio...

El rector de la mezquita de París, Bubaker, declara este viernes en Le Figaro, que “el islám es una religión de moderación, por definición hostil al extremismo”. No puede decir otra cosa, desde luego, pero si se lee el Corán se nota que existe en él, más que “moderación”, exaltación hacia los musulmanes, pero ninguna para los infieles o las mujeres. Claro que el Corán tiene diferentes interpretaciones, pero no voy a meterme en berenjenales teológicos. En estos y otros momentos, los musulmanes moderados, si existen, deben demostrarlo, condenando a rajatabla el terrorismo y particularmente el islámico. Si no ¿quién les va a creer?

Evidentemente, nadie en Francia, piensa en cerrar las mezquitas, o tomar represalias contra los musulmanes reales o supuestos. Y digo supuestos, porque conozco a argelinos perfectamente ateos, y que aparecen como musulmanes en las estadísticas estatales. No, nadie piensa en confundir talibanes o “benladistas” con los trabajadores o comerciantes magrebís. Y está muy bien. El peligro sería más bien de signo opuesto: la aceptación y hasta apoyo, no del comerciante de barrio que cierra los sábados, sino precisamente de los movimientos extremistas palestinos, sirios, iraníes, etc.

Esto se confirma estos días. Detrás de la algarabía emocional, se percibe la resistencia a actuar, se proclama la necesidad de la prudencia, se teme entorpecer la “gran política árabe”, de Francia, puro mito por otra parte. Esto se percibe, desde luego, en los partidos de izquierda, pero no olvidemos, por ejemplo, que el derechista Le Pen, durante la Guerra del Golfo, fue a Bagdad para besar los pies de Sadam Hussein.

Como medida de precaución, se han suspendido una serie de actos, pero no “La Fête de L´Humanité”, portavoz capitalista del PCF. Su líder, Robert Hue, se ha declarado solidario del pueblo norteamericano y de sus dirigentes. Inmediatamente han salido unos folletos de ese mismo partido, denunciando estas declaraciones y recordando que el imperialismo yanqui seguía siendo el enemigo principal de los comunistas. Los turistas peceros tendrán la desgracia de escuchar a Manu Chao (me dicen que canta), pero hay mucha expectación: ¿cambiará la letra de su canción y dirá: “Me gustas tú, Robert Hue”, o más bien: “Me gustas tú, Ben Laden”? Los estados mayores de todos los partidos están pendientes de tan magno acontecimiento.

Ni siquiera sé exactamente quién ha propuesto 3 minutos de silencio en toda Europa, como pésame por las víctimas norteamericanas del terrorismo, lo único que sé es que en París, apenas se ha respetado. Aparentemente todo ha seguido funcionando, sin interrupción. Doblaron, sí, las campanas de Notre-Dame y se congregó una humilde manifestación silenciosa ante la embajada de Estados Unidos, no fueron muchos y claro, sobre todo norteamericanos.

Francia, y particularmente París, ya conoció en varias ocasiones el terrorismo islámico, desde luego a escala infinitamente menos mortífera que en Nueva York y Washington. La actitud de las autoridades fue francamente lamentable. Recuerdo la grotesca discusión, en la tele, entre Miterrand y Chirac, entonces presidente y primer ministro de la cohabitación, echándose mutuamente en cara su cobardía ante los terroristas iraníes. Nada que ver con la actitud de Margaret Thatcher, ayer, o Tony Blair, hoy. Sin embargo, el Reino Unido también tiene una importante población musulmana, pakistaní, por ejemplo. Pero es que las autoridades francesas parecen no entender que la firmeza puede compaginarse con la justicia, el patriotismo con la tolerancia. Lo estamos viendo una vez más.

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