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Carlos Semprún Maura

La victoire en chantant

La aplastante victoria de Jacques Chirac en la segunda vuelta de las presidenciales, con más del 82% de los votos, es desde luego histórica, pero también personal, le eligieron a él, Chirac, y no a un clon, y la derrota, tanto de Le Pen como de la izquierda-unida-jamás-vencida, también es una evidencia. Una evidencia negada por los derrotados, ya que Le Pen declaró que todo fue un gigantesco fraude y la izquierda que era ella quien había ganado, y que por lo tanto Chirac tenía que convertirse en “reina de Inglaterra”, limitándose a la “inauguración de crisantemos”, como decía de Gaulle, para mofarse de los Presidentes de la III y IV repúblicas.

Le Pen, en la segunda vuelta no ha obtenido lo que se podía esperar tras los resultados de la primera, o sea, más del 20 %, ya que sumaba los de Bruno Mégret, que había llamado claramente a votarle. Con un poquitín más de 17 %, resulta evidente que el voto de cabreo, contra el “sistema”, la inseguridad, Europa y la inmigración, se ha reducido considerablemente. Pero la derrota de la izquierda, pese a su delirio de autobombo es rotunda. Lionel Jospin, su líder autojubilado de la carrera política –porque: o Presidente o nada, y que ahora duda entre cultivar ostras en Ré o encargarse de las cabras abandonadas por José Bové en el Larzac–, como última consigna a los suyos, como adiós mariachi al poder, pidió por fax que no se votara a Le Pen, sin siquiera nombrar a Chirac.

Curiosamente, nadie ha comentado la propaganda de la izquierda para la segunda vuelta de las presidenciales y que muchas veces se parecía al ambiguo fax de Jospin. Todos, unánimes, llamaban a votar contra Le Pen, pero al mismo tiempo, muchos incluso llamando a votar Chirac, dibujaban un retrato de éste negativo y difamatorio, con frases como: “votaremos tapándonos la nariz” y cosas así. Para muchos ingenuos resultaba evidente que no se podía votar a un tal canalla, y sólo quedaba la solución del voto en blanco o la abstención. Pues la abstención ha disminuido: 19% contra 28, en la primera vuelta. La intención oculta de los socialistas de que Le Pen, obteniendo un 30 o 35% de los votos, con la dinámica “antifascista” en marcha, desembocaría como torrente en una victoria de la izquierda en las legislativas, también ha fracasado. La consigna: la derecha siempre cómplice del fascismo, no ha funcionado. Desde luego se ha votado contra Le Pen, pero también, o sobre todo, a favor de Chirac.

El rápido nombramiento de Jean-Pierre Raffarin como primer ministro es interesante. Senador y presidente de la región Poitou-Charentes, Raffarin es un self made man, como se dice en Vallecas, nada de “grandes escuelas”, pragmático, campechano y tolerante, y sobre todo (para mí), dirigente de “Democratie Libèrale”. Su primera tarea con el equipo gubernamental es la de ganar las legislativas, con un mes para marcar las pautas o escribir la partitura, indicando los caminos por donde el Presidente Chirac pretende conducir a los franceses. Enfrente no tienen nada, o sea, a François Hollande.

Veremos cuáles son las prioridades de éste gobierno de emergencia, y de antemano, yo no descarto las desilusiones. Por ahora, satisfechos. Y ya que las imágenes cuentan tanto, anoche en la Plaza de la República, la manifestación “chriaquiana” era diez veces más numerosa y “mestiza” que la de la izquierda, en la vecina Plaza de la Bastilla. Cosas veredes, mío Cid.

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