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Cayetano González

Ni líder, ni proyecto

En cuanto al proyecto político, el PSOE no sabe actualmente lo que quiere ser de mayor, al tiempo que les sale el forúnculo del PSC.

En cuanto al proyecto político, el PSOE no sabe actualmente lo que quiere ser de mayor, al tiempo que les sale el forúnculo del PSC.

Un partido donde su líder sólo inspira confianza al 5% de los españoles y desconfianza a un 94% tiene un problema; un partido donde la labor de ese líder como jefe de la oposición recibe el aprobado de sólo el 8% y el suspenso del 87%, entre los que se encuentran el 79% de sus votantes, tiene otro problema. Un partido que con la que está cayendo en España, con el desgaste, en términos electorales, que para el Gobierno del PP han supuesto las medidas de ajuste que ha tenido que tomar, no remonte ni una sola décima ese 28,7% de votos que cosechó en las elecciones generales de noviembre de 2011 sigue teniendo un problema. Un partido al que con la apuesta soberanista del PSC se le acaba de caer la "E" de España de sus siglas agranda ese problema de liderazgo.

Y es que, aunque a los socialistas más recalcitrantes desde el punto de vista de la ortodoxia militante les cueste reconocerlo, el daño que hizo Zapatero al PSOE fue enorme. Desde la negociación política con ETA, hasta el impulso y apoyo al Estatuto anticonstitucional de Cataluña, pasando por aquello de que el concepto de nación es "discutido y discutible", para acabar con la negación de la crisis económica hasta que no tuvo más remedio que reconocerla y adoptar unas medidas que rompieron su discurso político, el ex secretario general de los socialistas dejó a éstos hechos literalmente unos zorros.

El problema que tiene actualmente el PSOE es doble: de liderazgo, pero también de proyecto político. Rubalcaba representa lisa y llanamente el pasado y, en algunos capítulos, lo más sórdido de los gobiernos de Felipe González. Sus supuestas habilidades como político que maneja magistralmente los hilos del poder, aunque siempre me han parecido algo exageradas, han desaparecido en cuanto las urnas lo mandaron a la oposición con el peor resultado electoral de su historia. Lo más duro que seguramente ha tenido que escuchar el actual secretario general del PSOE en su vida política se lo espetó Rajoy hace unos días en el denominado Debate del estado de la Nación: "Señor Rubalcaba, yo no voy a pedir su dimisión. No me interesa" dijo el actual presidente del Gobierno con esa ironía y cara de pillo que se le pone cuando quiere decir alguna cosa "picante".

Pero los socialistas, acuciados por el batacazo que se pegaron en las elecciones generales de noviembre del 2011, resolvieron mal, muy mal, el liderazgo del partido en el Congreso de Sevilla al elegir a Rubalcaba para ese puesto. Bien es verdad que la alternativa era casi peor: Carme Chacón, un simple producto de marketing diseñado y trabajado por su marido y por algunos más, pero sin ningún peso específico ni discurso político. Su actitud del otro día, no votando en el Congreso de los Diputados ni con el PSC ni con el PSOE lo dice todo. Quien ha sido ministra de Defensa del Gobierno de España no puede tener una posición tan frívola y superficial en una cuestión de tanta trascendencia como es el apoyar o no una consulta soberanista en Cataluña.

En cuanto al proyecto político, el PSOE no sabe actualmente lo que quiere ser de mayor. No sabe si optar por una socialdemocracia que nadie conoce muy bien lo que es en el momento presente, o apostar por una radicalización mayor que también tenga su reflejo en la calle. Al mismo tiempo les sale el forúnculo del PSC que les destroza el supuesto discurso nacional.

Lo políticamente correcto es decir que el sistema democrático necesita una oposición fuerte, lo cual es verdad, pensando fundamentalmente en que sirva de contrapeso al que está en el poder. Lo que no está tan claro, como las cosas sigan así, es que esa oposición se vaya a articular en un futuro en torno al PSOE. Aunque bien pensado, si la alternativa es la IU de Cayo Lara o el tándem Llamazares-Garzón, casi es deseable que el PSOE resuelva su crisis cuanto antes, lo cual pasa por buscar un sustituto a ese cadáver político en el que se ha convertido Rubalcaba, algo que no será nada fácil si se mira el fondo de armario que tienen los socialistas. Los socialistas pueden pensar que siempre es factible que aparezca un nuevo Isidoro en el Suresnes del siglo XXI. El problema es que la última vez que hicieron un experimento sin gaseosa, salió Zapatero.

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