Una de las preguntas más sugestivas con las que se enfrenta el historiador de las culturas es la referente a las causas del dominio de occidente sobre oriente en el último medio milenio. En apariencia, todo apuntaba a una expansión oriental sin freno –los turcos, por ejemplo, habían convertido el Mediterráneo prácticamente en un lago de su propiedad– que afectaría, finalmente, incluso a la supervivencia de las naciones occidentales. El resultado final fue empero muy distinto.
Los dos estudios del profesor Cipolla recogidos en esta obra apuntan a una razón de carácter tecnológico muy concreta para ese desenlace. La invención de las máquinas del tiempo (los relojes) y de la guerra (barcos de vela y cañones) fueron base de una revolución tecnológica que sustentó la expansión europea frente a un Oriente altivo pero sumido en si mismo. Un ejemplo de esa actitud desdeñosa fue, por ejemplo, la tendencia en China a considerar los relojes como meros juguetes para disfrute imperial o a prohibir artefactos como los cañones, ya que su estruendo resultaba espantosamente desagradable.
Dado su carácter monográfico, el libro de Cipolla es limitado en su análisis al no tomar en consideración aspectos psicológicos, históricos e incluso espirituales. Sin embargo, resulta extraordinariamente interesante en el hilo de su relato hasta el punto de apasionar como una novela de aventuras y, sobre todo, muestra cómo la supremacía occidental no se ha debido a una especial perversidad de la raza blanca ni a una bondad ingenua de las otras, sino a actitudes mentales que cristalizaron en visiones distintas del progreso técnico. Mientras que occidente abogaba por la creación, oriente criticaba con suficiencia todo lo nuevo con argumentos que se parecen considerablemente a los que hoy esgrimen los enemigos de la globalización. El resultado fue, en el primer caso, una expansión sin precedentes y en el segundo, un conjunto de desastres aún no concluidos.
Carlo Cipolla, Las máquinas del tiempo y de la guerra. Estudios sobre la génesis del capitalismo, Barcelona, Crítica, 210 páginas.
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