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Cristina Losada

Feijóo: ¿suma o resta?

El presidente gallego está muy a favor de 'sumar' en España, pero prefiere 'restar' en Galicia.

Casado y su equipo apuestan con ímpetu declarativo por formar una coalición electoral entre su partido, Ciudadanos y Vox. La urgencia obedece a la posible repetición de las generales. En apariencia, la idea es unir la fuerza electoral de tres partidos que defienden la unidad de España, más ciertas premisas de política económica, a fin de ganar juntos lo que no ganaron en abril por separado.

El proyecto tiene nombre, España Suma, y un precedente, el de Navarra, donde sólo logró parcialmente su objetivo: la coalición ganó, pero no pudo llegar al Gobierno. Su contraejemplo es Andalucía. Allí los tres partidos se presentaron por separado y consiguieron algo que parecía imposible: acabar con el monopolio socialista en la Junta. Estas experiencias muestran algo importante: no es fácil prever el resultado de una y otra modalidad. Las coaliciones electorales no siempre suman y presentarse por separado no siempre resta.

En apariencia, decíamos. Porque caben otras interpretaciones, y es que impulsen España Suma como entremés del teatro preelectoral para dejar en evidencia a Ciudadanos y a Vox. O que sea el borrador de un proyecto más ambicioso: reintegrar en el PP a dos partidos a los que tiende a ver como hijos pródigos cuyo destino, único y fatal, es retornar a la casa paterna. Hace tiempo que personalidades del PP se pronuncian en ese sentido y Casado, decidido a remontar la bajada de abril, le ha dado forma a la idea dotándola, además, de densidad histórica. Si Aznar hizo la refundación de la derecha, Casado se propone su refundición.

Ninguno de los dos supuestos hijos extraviados del PP se reconoce como tal ni está por disolverse. Es lógico que desconfíen de una coalición electoral que tiene pinta de ser el primer plato de una comida en la que ellos mismos serían el segundo. Ciudadanos bien puede alegar que el precedente navarro sólo es exportable a otra región donde concurran circunstancias similares, no a escala nacional. Precisamente lo contrario de lo que piensa Núñez Feijóo, quien ve la coalición perfecta para unas generales y perfectamente innecesaria en la región que gobierna.

El presidente gallego está muy a favor de sumar en España, pero prefiere restar en Galicia. Ya existe, dice, una "fórmula que suma a la inmensa mayoría de los gallegos, que es el Partido Popular". De momento. Después de los buenos resultados de los socialistas en las generales, el PP gallego ve su siguiente mayoría absoluta en peligro. Ya la vio en riesgo en 2016, de ahí que dedicara su campaña a advertir de que el voto a Ciudadanos era, al mismo tiempo, inútil y desastroso: iba a quitarle votos decisivos al PP y a regalarle la Xunta a un Frankenstein socialista-nacionalista-podemita. Aquello funcionó con un podemismo en alza, pero ¿ahora?

El rechazo preventivo de Feijóo a una coalición electoral en Galicia tiene interés no sólo porque marca unos límites a Casado. De nuevo. También porque contradice su propia posición en las autonómicas de hace tres años. Entonces, en uno de sus últimos llamamientos, pidió el voto para el PP ofreciendo una "coalición electoral" de facto. Se dirigió a los votantes que estuvieran pensando en otras opciones de centro-derecha, léase Ciudadanos, con el reclamo de la coalición. Una coalición simbólica, en efecto. Aunque una coalición cuya posibilidad había sondeado antes.

La variable conveniencia fuerza cambios, pero hay un rasgo que destaca en los pronunciamientos de Feijóo en clave nacional. A Galicia tiende a exceptuarla, como si lo que conviniera a la región, lo que conviniera, en realidad, a su partido, nunca fuera lo mismo que lo conveniente a escala nacional. Nunca suma. Será el síndrome del barón con su feudo.

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