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Diana Molineaux

Clinton no se quiere ir

Quienes esperaban dejar atrás la presidencia de Bill Clinton están decepcionados: George Bush jurará su cargo el sábado delante del hombre que truncó la presidencia de su padre, pero que, a pesar de la inminente coronación de su sucesor, no está dispuesto a abdicar.

Los próximos cuatro días serán las festividades de una larga coronación que empieza este jueves con un discurso de Bush ante el Monumento a Lincoln y culmina el sábado con la toma de posesión y el desfile hasta la Casa Blanca, además de los "bailes inaugurales" y la jornada de puertas abiertas en la Casa Blanca el domingo.

Pero Bill Clinton está dejando claro que no se quiere ir y que tratará de quedarse como pueda. Por una parte, rompe la tradición de los presidentes que desaparecen durante un año como mínimo para dejar el campo libre al nuevo ocupante de la Casa Blanca, pues vivirá en la mansión que el matrimonio Clinton acaba de adquirir en Washington, por 500 millones de pesetas y ejercerá influencia a través de la presencia de su mujer en el Senado.

Asimismo, Clinton dedica estos últimos días de presidencia a levantar obstáculos en el camino de Bush y despliega una actividad inusitada. Desde medidas a largo plazo, totalmente opuestas a las que adoptaría Bush, como designar un millón de acres más como parques nacionales o castigar a los díscolos votantes de Miami que favorecieron a Bush prohibiendo la construcción de un aeropuerto comercial, hasta detalles mezquinos como estrenar un nuevo coche oficial 72 horas antes de marcharse y ponerle al juguete las matrículas que Bush tendrá que quitar --protestan porque Washington no es un estado-- o dirigir un insólito mensaje de despedida este jueves por la noche, para distraer el país de las celebraciones de Bush.

También hay declaraciones sorprendentes que inflaman las divisiones raciales al "advertir" de que la única vía justa es la de su administración, o su insistencia en que la economía es boyante a pesar de la evidente desaceleración. Pero la palma se la lleva el aspecto cómico, tras el ridículo en que el vicepresidente Gore se sumió diciendo que había inventado Internet, ahora Clinton asegura que es él quien ha realizado su expansión.

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