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Dr. José Ignacio de Arana Amurrio

Intoxicaciones en la infancia III. Tratamiento

Cuando la ingestión ha sido de lejía o amoníaco lo mejor es hacer beber al niño agua con zumo de limón o con unas gotas de vinagre. Para el resto de los posibles tóxicos el antídoto de elección es la leche con clara de huevo.

El procedimiento terapéutico ante cualquier intoxicación va encaminado a lograr estos tres objetivos: en primer lugar, impedir la absorción del tóxico; favorecer y estimular su eliminación; y tratar las complicaciones que pueda provocar en el organismo.

Para impedir la absorción se utilizan dos sistemas que la mayoría de las veces son complementarios. Por un lado hay que procurar la evacuación gástrica mediante la provocación del vómito y el lavado gástrico.

Sin embargo, ambas prácticas están totalmente contraindicadas en las ingestiones de líquidos cáusticos -lejía- por el riesgo de provocar una perforación del esófago quemado; en el amoníaco y el aguarrás que pueden pasar a las vías respiratorias; y cuando el paciente está inconsciente o con la conciencia obnubilada porque entonces es más fácil que el vómito pase hacia los pulmones.

El otro sistema pretende la neutralización del tóxico. En el hogar ha de recurrirse a remedios caseros pero que pueden ser de extraordinaria eficacia. Cuando la ingestión ha sido de lejía o amoníaco lo mejor es hacer beber al niño agua con zumo de limón o con unas gotas de vinagre. Para el resto de los posibles tóxicos el antídoto de elección es la leche con clara de huevo. En el hospital se podrá utilizar "carbón activado" que fija en la superficie de sus partículas a la mayor parte de los tóxicos.

Las vías naturales de eliminación para cualquier sustancia ingerida en el organismo por vía digestiva son principalmente la misma a través de las heces, y el riñón que filtra hacia la orina las porciones de esas sustancias que hayan pasado a la sangre. Para aumentar esta eliminación se utilizan productos purgantes y también se administrará agua en cantidad elevada, bien por boca o por vía intravenosa, para forzar a los riñones en su funcionamiento.

Por último, si aparecen síntomas debidos a la actuación del tóxico en el resto del organismo, o se sospecha que esto pueda ocurrir, se tomarán las medidas adecuadas a cada producto, siempre bajo control médico y en un centro hospitalario.

En resumen, lo que los padres deben hacer de forma inmediata y sistemática cuando su hijo haya ingerido algún producto potencialmente tóxico de cualquiera de los grupos que se han mencionado es lo siguiente:

Primero intentar el vómito -salvo en la ingestión de lejía, amoníaco, aguarrás o gasolina o si el niño está inconsciente- con toques en la "campanilla".

En segundo lugar, deben administrar uno de los antídotos caseros citados anteriormente cuando lo ingerido es un tóxico químico.

En tercer lugar, tendrán que recoger los restos de medicamentos u otros productos y acudir a un centro sanitario.


En el listín telefónico de cada casa debe figurar de modo destacada el número correspondiente al Centro Nacional de Toxicología 91 562 04 20. Aquí se informa durante las veinticuatro horas del día de las medidas a tomar en cada caso concreto con sólo facilitar el nombre del producto. Esto es especialmente importante para los productos de limpieza hogareña que no suelen detallar su composición en los envases por defensa de la competencia.

Ingestión de cuerpos extraños

Se denomina cuerpo extraño a todo objeto sólido introducido en alguna cavidad orgánica. En el caso que nos ocupa, esta cavidad es el aparato digestivo. Los objetos más frecuentemente ingeridos por los niños son pequeñas piezas de juguetes, monedas y objetos de adorno como pendientes.

Por lo general, ninguno de ellos tiene efectos tóxicos y el único riesgo es que se queden detenidos en algún punto del recorrido digestivo provocando una obstrucción o que lleguen a perforar las paredes esofágicas, gástricas o intestinales.

Lo normal, no obstante, es que en el curso de dos a cuatro días, el objeto aparezca en las heces. Incluso los alfileres, agujas e "imperdibles" que en ocasiones degluten completan el trayecto sin ninguna complicación.

Se debe, eso sí, seguir su recorrido radiológicamente, cosa que a veces es difícil cuando el objeto deja pasar a su través los rayos X como las bolas de cristal o algunas piezas de plástico. No es necesario modificar la dieta añadiendo fibra -es típico utilizar los espárragos con este fin- puesto que una alimentación normal es suficiente para formar alrededor del cuerpo extraño una capa protectora.

En un artículo anterior se habló del caso especial de las pilas por lo que es excusado repetir ahora lo que allí se dijo.

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