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Emilio J. González

Discutir por discutir

Al gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, parece que, de un tiempo a esta parte, le han entrado ganas de demostrar su independencia frente al poder político. Una independencia relativa, todo hay que decirlo, porque la Ley de Autonomía del Banco de España establece que la entidad estará sometida a las directrices del Gobierno en materia de supervisión bancaria y esa es la única competencia importante que le ha quedado al banco desde la entrada en vigor de la unión monetaria europea en 1999. Así es que, independencia por parte de Caruana hasta cierto punto, pero aún así se empeña en querer dar esa imagen y, por lo visto, no se le ocurre nada mejor para hacerlo que discutir las previsiones económicas del Gobierno.

Por supuesto, esas previsiones son fruto de una serie de cálculos discutibles, los del Gobierno y los del banco. Pero una de las cosas que ha demostrado el Ejecutivo del PP desde que llegó al poder en 1996 es que sus estimaciones macroeconómicas son las más fiables de entre las que se realizan en España y las que publican los organismos internacionales, mientras que las que realiza el Banco de España ya no son tan precisas como eran las del anterior gobernador, Luis Ángel Rojo. ¿A quién creer entonces?

Hoy por hoy, la economía española está creciendo sobre sí misma, sobre su demanda interna, y lo hace a ritmos del 2% que reconoce hasta el propio Banco de España en su último boletín económico mensual. Ese crecimiento, además, se produce con un sector exterior tan deprimido por culpa de Estados Unidos y Alemania que parece bastante difícil que pueda ir a peor y restar todavía más de lo que lo hace ahora al crecimiento económico. En consecuencia, y eso también lo ha dicho el Banco de España, la desaceleración está consolidando un suelo en el nivel del 2% que será el punto de partida para el próximo ejercicio. Y en 2003 hay novedades en la política presupuestaria, como la rebaja del IRPF o el aumento del 13% en la inversión pública que aportarán alrededor de un punto al crecimiento económico. Por tanto, sólo con esto, lo más probable es que quien tenga razón sea el Gobierno. Si además se produce el año próximo la esperada recuperación de la economía internacional, gana todavía más fuerza el escenario previsto por el Ejecutivo frente al que contempla el banco. En consecuencia, todo esto parece discutir por discutir.

De todas formas, lo importante no es tanto si la economía crecerá en 2003 el 3%, el 3,2%, el 2,8% o lo que sea. Lo que de verdad cuenta es que el próximo ejercicio la actividad productiva irá a más, y eso significa mejorar las expectativas de los empresarios y, por tanto, continuar con la inversión y la creación de empleo, lo que también tendrá un traslado a la Bolsa en el momento en que termine el actual proceso de saneamiento desatado por el caso Enron, la crisis de las tecnológicas y el excesivo endeudamiento de las empresas relacionadas directa o indirectamente con esas compañías. Esto es lo verdaderamente importante y lo demás es discutir por discutir, porque se habla de diferencias de décimas cuyo impacto final sobre lo que realmente cuenta es poco significativo. Por ello, si Caruana quiere demostrar su independencia frente al Ejecutivo y actuar como conciencia de la política económica, mejor haría en entrar en profundidad en otras materias relacionadas con las reformas estructurales que necesita la economía española para combatir la inflación, algo en lo que el gobernador debería ser mucho más crítico que hasta ahora.

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