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Emilio J. González

Las empresas vascas, pendientes de las urnas

Los resultados que arrojen las urnas el próximo domingo en el País Vasco pueden suponer una auténtica revolución en aquella comunidad autónoma. El PNV puede verse obligado a abandonar el Gobierno autonómico por primera vez en veinte años, lo que supondría el primer paso para la solución de la cuestión vasca y del problema de ETA. Pero la decisión de los ciudadanos expresada a través de sus votos tendrá repercusiones importantes para el mundo económico y empresarial.

De entrada, muchas empresas con sede en el País Vasco están a la espera de ver cómo queda el mapa político allí para tomar una decisión tan simple, sencilla e importante como la de mantener su domicilio en esa comunidad autónoma o trasladarlo a otra parte de España donde se garantice la seguridad ciudadana y la integridad nacional.

Aparte de este asunto, muy serio en sí mismo, hay dos grandes entidades para las que los resultados electorales serán determinantes: el BBVA e Iberdrola. Lo que se juega el banco en estos comicios es, ni más ni menos, quién manda en él. Hace pocas semanas, la entidad procedió a una remodelación de su cúpula directiva en la que quedó claro que la cabeza de la misma es Francisco González. El resto, sin embargo, está por terminar de definirse, especialmente el papel de Pedro Luis Uriarte, hombre del PNV que formó parte en su momento del Gobierno vasco y que podría perder buena parte de su poder dentro del banco si el próximo lehendakari es Jaime Mayor Oreja, al igual que los demás hombres de la formación que preside Xavier Arzalluz.

Algo parecido sucede con Iberdrola. Una victoria de la alianza PP-PSOE le quitaría de encima muchos problemas de encima al presidente de la eléctrica vasca, Iñigo de Oriol, empezando por las decisiones de los consejeros que el BBVA tiene en el consejo de administración de la compañía. El banco no sólo vetó la compra de Florida Power, una operación que hubiera garantizado el futuro de Iberdrola, sino que trató de echar la compañía en brazos de Gas Natural-Repsol, controladas conjuntamente por la entidad financiera vasca y la Caixa de Cataluña.

El domingo, por tanto, está en juego el futuro del País Vasco, pero también el del BBVA e Iberdrola.

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