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Emilio J. González

Rebajas de enero

Las rebajas de enero han llegado al IPC, en el sentido más literal del término. El nuevo índice de precios de consumo ha incluido las rebajas y las ofertas para medir la evolución de los precios, además de ampliar la cesta de la compra con productos como la electrónica de consumo, para adaptarla a lo que es la realidad del gasto de las familias.

Esos cambios metodológicos han hecho que la inflación interanual en enero subiera del 2,7% de diciembre al 3,1%. El incremento no es para nada desdeñable pero, desde luego, es bastante inferior a las previsiones de los analistas, que apostaban por un IPC del 3,4% ó 3,5%. Esas estimaciones se basaban en el impacto de las subidas de los impuestos especiales, por un lado, y del redondeo al alza con el cambio de la peseta, por otro. Un redondeo que, en más de un caso, ha sido abusivo, por ejemplo, en el transporte público que ha registrado subidas del 8% y hasta del 12% en algunos lugares de España. Sin embargo, con el nuevo IPC, todas esas alzas, así como el encarecimiento de bienes como los alimentos, se han compensado más que de sobra con el efecto de las rebajas sobre el nuevo índice de precios. Eso es lo que ha evitado que la inflación se disparase.

El cambio metodológico, por supuesto, no tiene nada de malo porque lo importante es que los instrumentos que miden la evolución de los precios de consumo reflejen lo más perfectamente posible la realidad de dichas variaciones. No tenía sentido, por ejemplo, que las rebajas, las ofertas y los descuentos, no formaran parte de esa medición cuando son los precios que realmente paga el ciudadano, como tampoco tenía sentido que en el índice no estuvieran incluidos productos y servicios que forman parte de la cesta de la compra de los hogares españoles, como buena parte de las telecomunicaciones y la electrónica de consumo. El nuevo IPC, por tanto, es más realista y acaba con uno de los elementos que explican el diferencial de precios entre España y la UE, porque la mayor parte de los Quince ya habían realizado ese cambio metodológico en los tres últimos años.

Eso no quiere decir que la inflación no siga siendo un elemento de preocupación para la economía española, porque, con cambio o sin él, está más de un punto por encima del objetivo del Banco Central Europeo para la zona del euro. Por ello, las autoridades económicas deben seguir profundizando en políticas que permitan nuevas reducciones de la inflación, especialmente las liberalizaciones y la descentralización de la negociación colectiva. Pero también es verdad que el repunte de enero obedece a dos factores coyunturales, la subida de los impuestos especiales y el redondeo al alza con el cambio al euro, cuyo impacto desaparecerá en los próximos meses con lo que, si no vuelven a producirse sorpresas desagradables, la inflación volverá a situarse por debajo del 3%.

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