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Emilio J. González

Un escándalo continuado

¿Qué va a hacer el Gobierno respecto a las irregularidades descubiertas en la utilización de los fondos del FORCEM? Estos dineros, procedentes de la Unión Europea, deberían financiar cursos de capacitación profesional pero, por lo visto, han ido a parar a otros destinos, desde un curso de entrenador de fútbol a un título de fagot, pasando por casos de corrupción en el que se han visto implicados funcionarios de algunas administraciones autonómicas y locales y que están en los juzgados, o, según se sospecha, por las arcas de la patronal y los sindicatos para cubrir parte del déficit que no consiguen cerrar con las cuotas de sus afiliados.

Estos hechos no son nuevos. Por el contrario, se han repetido con inusitada frecuencia en los últimos años hasta que el Gobierno, vista la situación, decidió en 1999 asumir la gestión de estos fondos y retirársela a los sindicatos y la patronal. Pero también hay que hablar de responsabilidades de esos mismos gestores. Lo lógico sería que el Ejecutivo se las exigiera, ya que no se trata de los dineros de la CEOE, UGT y CC.OO. sino de los dineros públicos, de los que aportamos todos los españoles y todos los europeos con los impuestos que pagamos. Pero, si nos guiamos por la ‘tradición’ de años anteriores, no lo hará salvo que medie una sentencia judicial, como parece más que probable.

A mí, desde luego, se me ocurren varias ideas. Por ejemplo, el Gobierno podría utilizar todo este asunto para conseguir que los agentes sociales saquen adelante nuevas y necesarias reformas laborales en esta legislatura, entre ellas, la de la negociación colectiva. O, incluso, para ‘darles un toque’ a los sindicatos y advertirles de que lo que tienen que hacer en vez de meterse en política, o sea, que consiga ‘paz social’ sin concesiones en la política económica. También puede revisar a fondo la financiación de los agentes sociales y desconectarles de la mamandurria de los presupuestos públicos para obligarles a ser racionales en la gestión de sus recursos y no incurrir en gastos que luego llevan a asuntos tan feos como el del Forcem. Lo que, desde luego, no debe ni puede volver a repetirse, es un caso similar.

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