Menú
Emilio J. González

Una revisión forzada

El Ejecutivo ha hecho algo bueno de cara a la crisis, que es empezar a decir la verdad. Pero si se queda ahí en lugar de tomar las medidas que exigen las circunstancias que ha descrito Solbes, no vamos a ir a ninguna parte que no sea a peor.

El Gobierno, o, al menos, el vicepresidente económico, parece que empieza a hacer las cosas bien en torno a la grave crisis que padece la economía española. Y digo que empieza a hacer las cosas bien porque el cuadro macroeconómico revisado que acaba de presentar Pedro Solbes por fin se corresponde con la dura realidad de nuestra actividad productiva.

Esta vez, Solbes no se ha andado con tonterías y, lejos de maquillar las cifras o de andarse negando lo evidente, ha puesto todo en claro, por muy malas que sean las previsiones que ha presentado, que lo son. Porque una caída del crecimiento económico del 1,6%, una tasa de paro que se va a disparar hasta el 15,9% y un déficit público desbocado al 5,8% del PIB son cifras tan malas que, de no ser por la gravedad de la crisis internacional que les afecta a todos, habría que calificarlas de tercermundistas. Aún así, Solbes las ha presentado y no sólo están en línea con las que barajan los analistas privados sino que, incluso, son peores que las de muchos de ellos. Pero, tarde o temprano, había que sacarlas a la luz porque difícilmente se van a poder tomar las medidas necesarias para superar cuanto antes las más que serias dificultades presentes si previamente no se han reconocido las mismas. Así, la política de la ocultación parece que empieza a dejar paso a la de la necesaria transparencia. La cuestión es si este reconocimiento de la realidad viene determinado por un verdadero deseo del Gobierno de cambiar el rumbo de la desastrosa política económica que ha venido siguiendo hasta ahora o si, por el contrario, está motivada por el aluvión de críticas internacionales a nuestro país y nuestro Gobierno, por la amenaza de las agencias de calificación de revisar a la baja el rating de la deuda española, por las primeras sospechas de que España puede verse obligada a abandonar el euro y por la subida constante del diferencial del tipo de interés con Alemania que viene registrándose de unas semanas a esta parte. Mucho me temo que el verdadero motivo tiene más que con la segunda razón que con los auténticos deseos de Zapatero: se trata de una revisión forzada por las circunstancias, pero, al menos, el cambio se ha producido y es de agradecer.

Ahora bien, con reconocer de una vez por todas lo mal que está la situación no basta. Éste es el paso previo, pero no el decisivo. Lo importante, ahora, es que el Gobierno empiece a actuar en consecuencia con la tan deteriorada situación que dibujan las cifras revisadas del cuadro económico. Un deterioro que se hubiera evitado en parte si en la pasada legislatura el Ejecutivo hubiera continuado con las reformas estructurales y si cuando la crisis empezó a asomar allá por febrero de 2007 Zapatero hubiera empezado a actuar en consecuencia, en vez de negar la evidencia y dedicarse sólo al populismo electoralista con los dineros públicos. Precisamente, el populismo electoralista es lo que ha seguido haciendo ZP hasta el momento, con su gasto público, con su Plan E o con su operación multimillonaria de marketing por la cual obliga a los ayuntamientos que se acojan a las ayudas de 8.000 millones de euros para financiar obras públicas a anunciar que quien paga es el Gobierno. A ese populismo es al que hay que poner fin de una vez por todas.

Este fin de semana, el Ejecutivo ha hecho algo bueno de cara a la crisis, que es empezar a decir la verdad. Pero si se queda ahí en lugar de tomar las medidas que exigen las circunstancias que ha descrito Solbes, no vamos a ir a ninguna parte que no sea a peor. Por ello, el Gobierno debe presentar, de forma urgente, todo un plan de reformas coyunturales y estructurales para afrontar la que está cayendo y la que va a caer, en vez de seguir con tanta operación de marketing cuyo fin no es otro que vender humo, ya que el cántaro de la política económica esta vacío de medidas y lleva así más de cuatro años. Ahora es el momento de empezar a llenarlo y de hacerlo con acierto, lo que implica, entre otras cosas, el sentarse con la oposición a buscar un pacto de Estado para adoptar las recetas adecuadas, muchas de las cuales son duras e impopulares a corto plazo pero muy beneficiosas a medio plazo, porque son las que tienen que sacar a la economía española de su situación actual para devolverla a la senda del crecimiento económico generador de empleo y bienestar. Con el consenso de las principales fuerzas políticas de nuestro país será más fácil lograrlo.

En Libre Mercado

    0
    comentarios