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Encarna Jiménez

¿Quién paga la muerte de RTVE?

Nadie quiere ponerle el cascabel al carísimo gato siamés de RTVE: ni el Gobierno, ni la oposición. La presentación al Consejo de Administración del Ente del Plan de Viabilidad por parte de la SEPI ha quedado como se preveía: en nada. Leyeron unos papeles en los que lo único que estaba claro es que coincidían con el vago anuncio de Javier González Ferrari, director general de RTVE, de que el agujero de un billón de pesetas se arreglaba en tres años.

La noticia es tan poco sorprendente como cualquier otra que viniera repitiéndose en todas las legislaturas, manden socialistas o populares. Con esa tradición de falta de voluntad de hablar en plata por parte de los encargados de gobernar y controlar el Ente, no es extraño que las quejas de la Oposición sean tan cobardes como las propuestas de los supuestos expertos en arreglar los desmanes de las empresas públicas, que a eso deben dedicar sus destrezas y conocimientos los economistas de la SEPI.

Ahora, los consejeros propuestos por el PSOE, han sido tan poco concretos en sus críticas y, sobre todo, tan timoratos como todos los gobernantes de la democracia a enfrentarse al tema de fondo: los despidos y la redefinición del modelo de radiotelevisión pública, que sólo cabe esperar que todo quede en tablas. Nadie quiere cargar con la “culpa” de dejar en la calle a una horquilla que va de un mínimo de 2000 hasta un máximo de 5000 trabajadores, en una plantilla de 12000, y ningún partido tiene interés en dejarse la puerta cerrada al control presente o futuro del mayor órgano de información –y manipulación– de la opinión pública española.

La tradición de los miembros del Consejo de Administración de RTVE es hacer un paripé en el que hay un pacto de fondo para no cambiar las reglas de un juego cómodo de los instalados y tampoco preocuparse por lo que ve el telespectador ni lo que le cuesta al contribuyente.


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