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Francisco Pérez Abellán

El pederasta de Madrid

Estoy totalmente convencido de que van a echarle el guante. Por tanto, sobra el alarmismo.

La capital de España ya ha entrado en el rosario de ciudades del mundo amenazadas por un delincuente como la Düsseldorf del Vampiro o el Boston del Estrangulador.

Hay que decir que al Estrangulador, pese a esfuerzos infinitos, fueron incapaces de capturarlo y solo supieron de carambola que lo habían descubierto. En cambio una indagación mejor dirigida trazó un cerco alrededor del Vampiro.

En nuestro caso, el Enemigo Público Número Uno, como ha señalado la delegada del Gobierno, es un pederasta que secuestra niñas, las droga, las baña dentro de un ritual y, por el momento, las deja libres. Lleva actuando desde noviembre del 2013, aunque haya interesados en falsificar las fechas. Y, según mis cuentas, ha cometido tres secuestros y hecho otros dos intentos. Como todo delincuente en serie, deja un intervalo en el que perfecciona el modus operandi. En el caso de Madrid se trata de un paréntesis cada vez más pequeño, que ha llegado a ser solo de días.

Vaya por delante que creo en la competencia, vocación y entrega de la policía, en los agentes que se lo ganan por méritos propios. Estoy totalmente convencido de que van a echarle el guante. Por tanto, sobra el alarmismo.

El retraso en los buenos resultados se debe a que los heroicos policías de a pie están a veces mandados por gente que, por ejemplo, se ha hecho universitaria con un curso de un año online. Este tipo de criminología está devaluando los títulos, como en todo, y los políticos de baratillo se preguntan para qué quieren universitarios de verdad si los han fabricado –un centenar– online. Pues verán: el pederasta es de verdad y no es online. Aquí se van a abrir la cabeza los que han conseguido el título vacío de contenido y devaluado. De esa formación mal asimilada y peor tutelada surge eso del "falso imitador", la desinformación de la prensa y el miedo de la población.

Con tino, el consejero de Presidencia de la comunidad madrileña ha sugerido que podría llamarse a la Guardia Civil. Y yo añado que además debería contarse con los expertos civiles que saben de investigación criminal: criminólogos, profesores y detectives privados. En nuestra historia reciente hay varios ejemplos exitosos. Así, un criminólogo experto en psicópatas hizo un perfil exacto de un asesino múltiple que actuaba en Castellón. Una política criminal adecuada abreviaría este trance.

La delegada ha hecho que se prepare la instalación de más cámaras de seguridad y que se revisen las grabaciones de los autobuses de la EMT. Pero el pederasta viaja en su propio coche y evita las cámaras porque tiene conciencia forense. No como los políticos, que tienen la conciencia enroscada. Y no toma el autobús.

Lo que quiero decir es que esto que nos atenaza en Madrid podríamos habérnoslo ahorrado con una política de prevención tan ausente como la lucha contra la reincidencia. Una vez más tengo que recordar que el actual presidente del Gobierno llegó al poder sin utilizar ni un solo minuto para hablar de seguridad. No quiero echarle la culpa de todo, sino añadir un dato fundamental. Además, desde que inventó las ruedas de prensa sin preguntas se expresa de tal manera que no hay quien le entienda.

A España la seguridad se le supone, como el valor. Por si acaso, se evita tener estadísticas en buen estado. Y así nos va en una ciudad donde en la actual caza del hombre se propone a toro pasado la vigilancia de parques y centros de reunión de menores, que deberían estar vigilados de antemano.

El pederasta que reclama la atención de los medios, que actúa para ellos, siempre el mismo, extiende su campo de acción como el Estrangulador mataba ancianas y pasó a matar jóvenes. En el caso del vampiro de Düsseldorf , atacaba jóvenes y niños y no necesariamente de la misma forma, ni con las mismas armas. En algunos casos quemaba los cadáveres y en otros los enterraba. ¿Qué sabemos del pederasta de Madrid?

Para hacer un perfil válido, con posibilidad de acertar, no como esas predicciones de Frikilandia que sufrimos, tendríamos que disponer de la información que guardan los mandos policiales. En España, según la ONG Save The Children, hay 35.000 individuos que practican turismo sexual y viajan cada año a países donde abusan de niños. Mientras no están de viaje son igualmente peligrosos.

Una ciudad como Madrid tiene muchos pederastas, y muchos de ellos forman parte de alguna élite económica o social. El que ahora nos amenaza es un hombre inteligente y malvado. Era algo que debería estar previsto. Pero una vez más nos han cogido con el carrito del helado.

En España

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