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A las órdenes de Chávez

La impresión final es que un dictador en Caracas está dirigiendo la política exterior de una democracia europea como es España. La realidad es que Rodríguez Zapatero se ha convertido en un peón más de Hugo Chávez en su cruzada anti-norteamericana.

La decisión de Evo Morales de requisar los campos de gas y petróleo de empresas extranjeras en Bolivia pone en juego algo más que los intereses económicos de unas cuantas empresas, siendo esto importante. La decisión del presidente boliviano supone ante todo una deriva hacia un modelo económico y social que puede sumir al hemisferio sudamericano en una crisis sin precedentes. La política de alianzas de Zapatero con los nuevos movimientos populistas iberoamericanos tiene una enorme responsabilidad en esa deriva radical que amenaza a toda América Latina.

La ola de indigenismo de izquierda que se extiende por buena parte de los países sudamericanos tiene en el líder bolivariano Hugo Chávez no sólo la principal fuente de inspiración ideológica y política, sino también el manantial de financiación necesario para expandir su particular revolución.

Rodríguez Zapatero ha hecho pivotar su política americana en torno a este coronel golpista que ha hecho de su enfrentamiento con Estados Unidos su principal caballo de batalla. El cambio de la política de firmeza española respecto a Cuba, modificando la política de sanciones de la Unión Europea respecto al régimen dictatorial cubano, sólo puede explicarse en el marco de esa alianza con el tirano de Caracas. En compensación, Hugo Chávez se ha comprometido a realizar en España una serie de adquisiciones de material militar en una operación que tras el veto de Washington se ha terminado convirtiendo en una pesadilla para el Gobierno español y para las propias empresas suministradoras.

Probablemente por indicación de Hugo Chávez, el Gobierno de Rodríguez Zapatero hizo también campaña en Bolivia por la candidatura de Evo Morales, prometiendo un aumento de los recursos de cooperación española en el caso de que el líder indigenista ganara finalmente las elecciones. España fue además el primer destino del nuevo presidente boliviano, otorgándole Zapatero una legitimidad internacional de la que andaba muy necesitado el líder del jersey.

La impresión final es que un dictador en Caracas está dirigiendo la política exterior de una democracia europea como es España. La realidad es que Rodríguez Zapatero se ha convertido en un peón más de Hugo Chávez en su cruzada anti-norteamericana, en su lucha por rehabilitar la Cuba castrista como un régimen legítimo y respetable en el concierto internacional y en la expansión por toda Latinoamérica de la revolución bolivariana. Nunca la política exterior española había caído tan bajo.

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