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GEES

De Iowa a New Hampshire

Un reducido pelotón de supervivientes por parte de cada organización política queda perfilado en estos primeros días de enero

¿Será la mejor manera de elegir al mejor líder? Un proceso tan extenuante y peculiar tiene que dejar fuera a muchos que podrían aportar excelentes cualidades al puesto de mayor responsabilidad mundial. Por otro lado, lo que cada candidato a candidato exhibe con tanto esfuerzo no tiene necesariamente que coincidir con la más exigente descripción del exclusivo oficio al que aspira. Excepto desde luego, en voluntad y resistencia. Hace falta querer de manera arrolladora y ningún flojo puede ni soñar con entrar en la competición.

El proceso se ha alargado como nunca en la historia. Si la experiencia se repite, los Estados Unidos estarán en campaña durante tres años de cada cuatro, lo que suena un poco excesivo. En esta ocasión empezó incluso antes de que concluyeran las elecciones del medio mandato, no tan decisivas como las presidenciales pero libradas ya con enorme apasionamiento. Hay en ello algo de democracia plebiscitaria. No cabe duda que un proceso semejante absorbe una enorme cantidad de energías que se sustraen a otras actividades públicas. Y la sustracción se realiza a todos los niveles. En esta ocasión el presidente no podía competir e incluso su apoyo no resultaba muy deseable para los aspirantes de los partidos. Veremos con el próximo, que sí competirá. Pero no sólo los que participan en la contienda y muchos en sus partidos focalizan gran parte de su vida torno al acontecimiento. El público en general, si el espacio que le dedican los medios al tema le hace justicia, dedica al torneo un grado de atención como en ninguna otra parte del mundo. Es al fin al cabo un continuo baño de política, cuando consideramos que lo normal es que la gente esté embebida de intranscendente espectáculo deportivo o del tipo que sea.

Con todas las dudas y objeciones que pueda plantear, no deja de ser un ejemplo universal de democracia. Todo por cuatro años en el poder, con prórroga, a conquistar, de otros cuatro. Entre las múltiples elecciones que se celebran simultáneamente, la de los escaños de la cámara baja o Cámara de Representantes es solamente por dos años.

Los que en cada partido se lanzaron a la carrera en la mayoría de los casos hace bastante más de un año llegan en este momento a una fase decisiva. Son casi una decena en cada bando y de momento la pelea es en el interior de su formación política. Las convenciones que elegirán al candidato finalmente único que dispute con su oponente del partido rival no se celebrarán hasta agosto, pero los nombres estarán decididos en un par de meses por obra de las elecciones primarias en los estados. Pero un más reducido pelotón de supervivientes por parte de cada organización política queda perfilado en estos primeros días de enero, entre el caucus ya celebrado en Iowa el jueves tres, y las inmediatas primarias de New Hampshire, el martes ocho, dos estados pequeños y poco representativos de la media de electores a lo largo de todo el país, pero que con el privilegio de situarse los primeros en el proceso pueden ejercer una influencia importante en la simplificación del panorama. Tienen también la capacidad de producir considerables sorpresas. Dar empujones inesperados hacia delante o hacia atrás.

El primer caso ha sido el del republicano conservador Huckabee, tardo en entrar en la lid, con una campaña atípica y pobre en recursos económicos. Un fracaso le hubiera obligado a retirarse, el éxito obtenido lo mantiene en la contienda. En su bando el mormón Romney, la perfecta maquinaria electoral, ha sufrido un revés. McCain sobrevive sin progresar. El favorito Giuliani, alcalde de Nueva Cork cuando el 11-S, había decidido no someterse a estas primeras pruebas. Quedan por tanto cuatro.

Entre los demócratas Obama, el hombre sin experiencia pero que por ello mismo puede representar la novedad, el primer negro, aunque sólo sea a medias, en la carrera hacia la Casa Blanca, ha batido a Hillary, la candidata que cuenta con todo, incluida también la primicia femenina. Edwards, el que había ido de segundo de Kerry en las presidenciales del 2004, puede seguir, pero claramente en posición de perdedor. El duelo está entre el novato y la supuesta veterana. Puedeque New Hampshire simplifique las cosas un poco más.

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