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De mártires y constituciones

El planeta rebosa de mártires cristianos víctimas de los peores tiranos. Son fechas para recordarlos.

Es esencial al cristianismo la reverencia a un poder ultraterreno en nombre de la libertad. Los tiranos del mundo y sus tontos útiles occidentales lo saben y temen. El planeta rebosa de mártires que lo testimonian. Son fechas para recordarlo.

En el norte de Nigeria, país que nada en petróleo y que alberga 161 millones de almas, el grupo islamista Boko Haram quiere imponer la sharía. En un horrible ataque contra la universidad politécnica del estado de Kano, los terroristas separaron a los cristianos de los musulmanes y liquidaron a los primeros. El silencio de la comunidad internacional resuena todavía.

Corea del Norte es probablemente el régimen más opresivo del mundo, y el más opaco. Sin embargo, se sabe que en 2009 el cristiano Ri Hyon Ok fue ejecutado públicamente por repartir biblias. La persecución llega a extremos grotescos. El Estado finge la existencia de iglesias oficiales, a las que acuden buses con artificiales feligreses del partido. Doscientas mil personas sufren encarcelamiento en el Gulag norcoreano, miles de ellas por ser cristianas.

Estos días surgió una controversia por un post en Facebook de la embajada israelí en Dublín: "Si María y Jesús vivieran hoy, como judíos sin protección, serían probablemente linchados en Belén por palestinos hostiles". Es polémica por referirise a los peligros de vivir en sociedades islámicas –anatema en el multiculturalismo selectivo que nos anega– y no por el hecho denunciado. Antaño preocupaba la seguridad de los Santos Lugares en que vivió Cristo, por lo que se proponía que un poder internacional la garantizara. Hoy parece evidente, sin necesidad de entrar en los radicalismos islamistas de Gaza, que cuanta más presencia judía, más seguridad y libertad; y a la inversa, cuanto menor es aquélla, más miedo y opresión.

En Siria persiste la guerra civil que quizá desaloje a Asad del poder. Asad, con todo, protegió a la minoría cristiana. Esta, que no ha intervenido en las hostilidades, se prepara para lo peor, dado que el Ejército Sirio de Liberación no ha sido sostenido por las potencias occidentales como sí lo ha sido por Qatar y Arabia Saudí. El precedente de la peripecia del mundo islámico tras la descolonización, o la de Irak tras la desaparición de Sadam, no es alentador.

La clave está, precisamente, en la influencia de Occidente, hoy incapaz de impedir acontecimientos como los registrados en Egipto, donde una constitución elaborada por una asamblea islamista que prescindió de garantizar el equilibrio de poderes o los derechos individuales ha sido, se dice, aprobada por un 63% del tercio de la población con derecho a voto que efectivamente votó. Tal legalidad democrática aparente engendra un orden político ilegítimo fundado en el dominio de unos sobre otros, y contribuye a la erradicación de las creencias individuales y acaso de los propios individuos.

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