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Escudo antimisiles: 1953 2.0

Dicho de otra manera, tanto Franco como Zapatero antepusieron su búsqueda de legitimidad, vía Pentágono, a los intereses nacionales y por eso estuvieron dispuestos a no pedir nada a cambio más allá del mero acuerdo.

Por mucho que le pese, al final, José Luis Rodríguez Zapatero se va emulando a Francisco Franco. Su aceptación personal del despliegue de cuatro destructores de la US Navy, capaces de lanzar misiles antimisiles, recuerda en demasía a los acuerdos de 1953 entre España y Estados Unidos. Entonces, el general Franco cedía la soberanía nacional autorizando la presencia americana, incluido bombarderos nucleares, en unas bases que se escapaban a todo control español. A cambio, la ruptura del bloqueo diplomático que venía sufriendo el régimen salido de la guerra civil y su consiguiente homologación en el concierto de naciones, aunque nunca de manera completa y sólo por la puerta de atrás.

Zapatero cede ahora el uso de la base de Rota con la justificación de que las obras de acondicionamiento y la posterior carga de trabajo para mantener los cuatro destructores significarán unos mil puestos de trabajo nuevos para la zona. Un presidente que ha sido siempre refractario a los asuntos militares puede permitirse decir tal ocurrencia, a fin y al cabo él no ve amenaza balística alguna sobre el horizonte que exija este despliegue. Pero para él tampoco la carga de trabajo es lo determinante. Lo verdaderamente importante es marcharse bajo la ilusión de que es alguien para los Estados Unidos, un buen socio para Barack Obama.

Dicho de otra manera, tanto Franco como Zapatero antepusieron su búsqueda de legitimidad, vía Pentágono, a los intereses nacionales y por eso estuvieron dispuestos a no pedir nada a cambio más allá del mero acuerdo. Posiblemente la España de 1953 no se pudiera permitir otra cosa, pero la de finales de 2011, sin duda que sí.

Por ejemplo, Zapatero, que tanto pecho ha sacado en la OTAN anunciando este despliegue "cósmico" como para sacar de la foto a su protegida Carmen Chacón, o como para indignar al candidato Rubalcaba, podía haber negociado alguna contrapartida. Desde su creación, pocos años atrás, el Mando sobre Africa del ejército norteamericano, el AfriCom, anda huérfano de sede y ocupa temporalmente unas instalaciones en una base en Alemania. Por proximidad geográfica y razones estratégicas el suelo español sería un lugar mucho más conveniente. Y Zapatero podía haberlo solicitado. En su día no quiso y ahora tampoco lo ha querido, desperdiciando así una ocasión de oro.

Por su parte, los americanos han vuelto a dar prueba de su absoluta insensibilidad frente a quienes parecen considerar meras colonias, haciendo público este anuncio justo en los estertores políticos del gobierno socialista. Esperar al nuevo ejecutivo no hubiera cambiado nada en este programa y se habría ganado una mayor complicidad del gobierno para los próximos cuatro años. Ahora ya sabemos cómo se las gastan y lo que llega fácil, fácil se va, como dicen en América.

Las relaciones con los Estados Unidos hay que mejorarlas y reforzarlas en la medida de lo posible, pero no a cualquier precio o de cualquier manera. Este despliegue es lo que es, la explotación logística de unas bases españolas y bienvenida sea. Pero no es mucho más. Zapatero nos ha retrotraído a las pautas bilaterales de 1953. Será a Rajoy a quien le toque enderezar este entuerto.

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