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Para ser secretario de Defensa...

Un secretario de Defensa tiene que estar preparado para ser un ball buster, y Hagel en el Senado fue todo lo contrario.

Un secretario de Defensa tiene que estar preparado para ser un ball buster, y Hagel en el Senado fue todo lo contrario.

Mediocre y decepcionante. Son los calificativos más frecuentes a la hora de describir la comparecencia de Chuck Hagel en el comité de las Fuerzas Armadas del Senado. Una audiencia muy esperada tanto para aclarar todas las dudas sobre el candidato como para vislumbrar detalles de la política de seguridad nacional de la nueva Administración. Ninguna de las dos demandas fue satisfecha.

Cuando el nombre del exsenador republicano salió a la luz como posible sucesor de Leon Panetta, tanto excompañeros de partido como algunos demócratas pusieron objeciones y criticaron su manera de ver el mundo. Además, tanto de un lado como del otro le veían como un oportunista que quería dar salida a sus propias ambiciones.

Desde la Casa Blanca se trató de calmar a los demócratas más escépticos y remitirles a su comparecencia en el Senado, donde sin duda les trasmitiría la tranquilidad necesaria de alguien que desea ocupar el cargo de secretario de Defensa. Era por tanto una audiencia muy esperada, porque iba a arrojar luz y claridad. Y de manera inesperada, sobre todo para un exsenador extremadamente hábil a la hora hacer preguntas, no supo contestar las que le plantearon.

Se mostró inseguro y vacilante, dio la impresión de no haber preparado suficientemente la sesión. Lo curioso es que sabía con mucha antelación qué era exactamente lo que le iban a preguntar. Se hundió a sí mismo y fue incapaz de argumentar a su favor, tanto para acallar las críticas como para infundir confianza a los que le apoyaban.

Desde la Casa Blanca dejaron entrever que no se trata de falta de preparación, sino del deseo de evitar cualquier tipo de enfrentamiento. ¿Le dijo alguien que no se defendiera de las puñaladas de sus excompañeros?

También es cierto que durante el interrogatorio muchos senadores no le trataron con la deferencia que se suele otorgar a los antiguos colegas, y en algunos casos, como en el de John McCain, era evidente que detrás había un tema personal. Tanto es así que se enfrascó en preguntarle una y otra vez por sus críticas al surge en Irak y dejó de lado otras cuestiones fundamentales. No fue el único.

A lo largo de la audiencia Israel fue mencionado en 171 ocasiones, mientras que Afganistán se citó en sólo 38. Se habló más del pasado que de los recortes monetarios que vienen. Nadie sacó a la luz los rumores sobre el establecimiento de una base en África y no se pronunció la palabra drone.

Poco o nada se pudo averiguar sobre los próximos pasos en el Departamento de Defensa, al frente del cual con toda probabilidad va a estar una persona de cuya idoneidad cada vez se duda más. Una persona que deberá tomar decisiones y dar respuestas, cosa que no hizo en el Senado.

Un secretario de Defensa tiene que estar preparado para ser un ball buster, y Hagel fue todo lo contrario.

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